miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Guerra

Hace unos días se cumplieron 70 años de la invasión a Polonia. Así que interrumpo la serie de Mozart que estaba publicando (solo me quedaban las apostillas) para hacer mención a este hecho histórico.

 

En principio quisiera hacer citar a Blaise Pascal, un niño prodigio, pero sobre todo una de esas mentes brillantes, iluminadas. De esos cerebros que parecen no estar hechos de la misma materia que los nuestros.

 

La cita en cuestión es :

 

¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del río y porque su príncipe tenga una querella contra el mío, aunque yo no la tenga contra él?

sábado, 5 de septiembre de 2009

Sobre Amadeus, sobre Mozart y otros etceteras....

VI

Mozart murió, y murió joven. Aunque no murió como dice el film, en brazos de su rival, Salieri, ya que, entre otras cosas, nunca existió dicha rivalidad.

El caso es que Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart muere el 5 de diciembre de 1791 a los 35 años. Pese a que el film sugiere que fue envenenado, un estudio reciente sugiere que la causa de la muerte fue una infección por estreptococos (http://www.annals.org/cgi/content/abstract/151/4/274). Básicamente, parece que Mozart fue víctima de una infección epidémica por estreptococos ya que además de edema, Mozart tenía dolor de espalda y una erupción, todos síntomas de una infección estreptocócica. El estreptococo a veces va seguido de una enfermedad renal aguda llamada glomerulonefritis poststreptococcal, que explicaría la gran hinchazón que padeció. Por supuesto que se trata de suposiciones, y así hay quien sostiene, también, que padeció fiebre escarlata, que desde una perspectiva etiológica, representa la misma enfermedad.

Pero como decía mas arriba, el caso es que Mozart murió y lo enterraron en una fosa común junto con 16 cuerpos más en el cementerio de San Marx (que por aquellos tiempos era un santo y que hoy es el cementerio ubicado en Erdbergstrasse 6-8, 1030 Wien, Austria) sin mas testigos que los propios sepultureros.


Constanza, su viuda, tal vez por la lluvia, o tal vez demasiado apesadumbrada por la muerte, se toma un tiempito para visitar el cementerio y es así que va allí por primera vez 17 años después, en 1808. Se le hacia difícil encontrar la tumba de su marido, no solo porque había sido enterrado junto a 16 cuerpos mas, y por el tiempo que se tomo en ir allí, sino también porque el cuerpo había sido removido para dar lugar a otros. En el preciso momento que se entera de esto último Constanza no busca su nueva ubicación, ni pide ningún tipo de información y se va.

 

Parece ser que en el momento de aquella remoción del cuerpo, en 1801, o sea 7 años antes de que la viuda se presente, los dos sepultureros aprovecharon para hacerse con el cráneo de uno de los cuerpos allí enterrados que ellos entendían que era el de Mozart. Según cuenta la leyenda del caso, al momento del entierro ellos envolvieron el cuerpo con "hilo de hierro", digamos alambre, para poder distinguirlo mas tarde de los otros cuerpos (todo el tiempo me refiero a cuerpos y no a ataúdes ya que en la época de Mozart para los entierros baratos se usaba unos ataúdes abiertos en un lado para depositar el cadáver y volver a usar el ataúd mas tarde, aunque en el caso de Mozart sin nadie de testigo, lo mas probable es que lo hayan tirado a la fosa sin mas).

 

El cráneo es vendido, prestado, regalado, heredado, y pasa de mano en mano a lo largo de los años. Así es que en el camino es dañado, entre otras cosas pierde su mandíbula, hasta que en 1902 es comprado por la Fundación Mozarteum y expuesto al público, un tiempo y luego archivada.

Sin embargo, y hasta el día de hoy se le han hecho muchísimos análisis sin que se consiga aseverar que ese cráneo es el verdadero cráneo de Mozart.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Sobre Amadeus, sobre Mozart y otros etceteras...

V

Si vieron la película Amadeus deben haber quedado impactados por los finales, cuando en plena agonía Mozart dicta al viejo Salieri el Confutatis de su Requiem. Y luego, el joven genio muere antes de terminar su obra máxima, en brazos de su antiguo rival… Cine, obviamente, porque la realidad fue distinta.

 

Es cierto que las condiciones de la creación del Requiem en Re menor son un tanto obscuras y que Mozart quería terminar su Requiem, pero yo me arriesgo a pensar que más que para la gloria quería terminarlo para recibir su paga ya que había un encargo, nada misterioso (como propone el film) del Conde von Walsegg.

 

Hacia julio de 1791, Mozart termina "La Flauta Encantada" en condiciones físicas y financieras penosas. Acababa de recibir un pedido de una opera que el debía escribir en tres semanas (La Clemencia de Titus) cuando recibe a un emisario del conde von Walsegg que deseaba una misa en memoria de su difunta esposa. Pero ese Requiem comenzado por Mozart en otoño de ese mismo año no pudo ser terminado por él mismo.

El nombre de quien había hecho el encargo de la obra fue escondido por mucho tiempo por su esposa Constanza, tanto como las colaboraciones que contribuyeron a la terminación de la obra, temerosa ella de ser pagada (ya que sus problemas financieros no mejoraron con la muerte de su marido).

 

El inconveniente que tiene la obra es que es que su estructura, su forma, es fija. Entregar una obra de este tipo sin terminar es evidente, pero la ventaja es que uno sabe bien que es lo que falta escribir para terminarla.

 

Cuando Mozart muere, su viuda le confía la obra inconclusa a uno de sus alumnos, Josef Eybler. Basándose en los esquemas y líneas generales que había dejado el autor, su alumno consigue darle forma a Dies Irae hasta Lacrimosa. Luego abandona el proyecto, disculpándose ante la viuda y explicándole que la culminación de la obra lo depasaba en capacidad. El abad Maximilian Stadler toma el relevo y con gran esfuerzo y dedicación  instrumenta el Offertorium antes de tirar la esponja y abandonar también el proyecto, disculpándose porque la obra era demasiado para él.

Lo llaman luego a Süssmayer, otro alumno de Mozart, que un tanto menos devoto que Eybler, tal vez se atreva a terminar lo que resta. Él va hasta el final y firma "Mozart". Listo. Se hizo.

 

Si bien la obra fue terminada, el conde contento (o debería decir mejor "acongojado"), y Constanza que embolsa el resto de la paga, hay que señalar que mas tarde, generaciones de musicólogos se desgarrarían las vestiduras, aunque los cabellos también, durante los siglos siguientes para determinar quien hizo qué.

 

Hay una curiosidad para contar. Existe otro "terminador" de la obra, que insistió de motus propio y sin que nadie se lo pida, el agregar su ladrillo al edificio. Un tal Neukomm, compositor y director de orquesta famoso en la época. Fijándose demasiado en la tradición, este buen hombre deplora la ausencia de un Libera me final en la obra. Así que sin ningún tipo de complejo, este buen hombre le agrega uno de su propia composición y la ejecuta el 19 de diciembre de 1819. Y esa fue la única representación que se hizo en vida de este "terminador". Luego se la ejecuto como curiosidad dos veces en el 2005 en Sarrebourg y en el 2006 en Liévin.

 

 

Queda por decir que Mozart escribió los dos primeros movimientos y dibujo las grandes líneas del resto, dejando una parte del material (partes vocales, bases cifradas).

 

En honor a este gigante y a ese monumento inmenso que es el Requiem hay que decir que las partes mas remarcables de la obra, me refiero al Recordare, fueron integralmente escritas por Mozart. Y del resto, incluso si no fue escrito por Mozart integralmente, le corresponde plenamente la gloria, por la intensidad dramática que se mantiene a lo largo de la obra y su energía vehemente, que fue esquematizado y marcado en líneas generales por el genio de Mozart.

 

Una cosa es segura, nadie puede escuchar esta obra sin sentirla intensamente. Y es realmente difícil no acongojarse, no conmoverse profundamente con el Requiem, que nos aprieta el corazón y lo sostiene así hasta que nos libera en el final.