lunes, 28 de enero de 2013

El puente sobre el río del búho

Si no lo conocen, quisiera presentarles a un escritor extraordinario, del cual jamas se van a arrepentir de entrar en su casa y tomar con él algo mientras le cuenta alguna de sus historias. Su nombre es Ambrose Bierce y nacio en EEUU en 1842. En 1913 se unio a Pancho Villa y luego desaparece. Pero la biografia de un escritor (salvo alguna excepcion) no es lo mas importante de él, asi que aqui les doy un ejemplo del magnifico Ambrose Gwinett Bierce.


I

Desde un puente ferroviario, al norte de Alabama, un hombre contemplaba el rápido discurrir del agua seis metros más abajo. Tenía las manos detrás de la espalda, las muñecas sujetas con una soga; otra soga, colgada al cuello y atada a un grueso tirante por encima de su cabeza, pendía hasta la altura de sus rodillas. Algunas tablas flojas colocadas sobre los durmientes de los rieles le prestaban un punto de apoyo a él y a sus verdugos, dos soldadados rasos del ejército federal bajo las órdenes de un sargento que, en la vida civil, debió de haber sido agente de la ley. No lejos de ellos, en el mismo entarimado improvisado, estaba un oficial del ejército con las divisas de su graduación; era un capitán. En cada lado un vigía presentaba armas, con el cañón del fusil por delante del hombro izquierdo y la culata apoyada en el antebrazo cruzado transversalmente sobre el pecho, postura forzada que determina al cuerpo a permanecer erguido. A estos dos hombres no les interesaba lo que sucedía en medio del puente. Se limitaban a bloquear los lados del entarimado. Delante de uno de los vigías no había nada; la vía del tren penetraba en un bosque un centenar de metros y, dibujando una curvatura, desaparecía. No muy lejos de allí, sin duda, había una posición de vanguardia. En la otra orilla, un campo abierto ascendía con una ligera pendiente hasta una empalizada de troncos verticales con aberturas para los fusiles y un solo ventanuco por el cual salía la boca de un cañón de bronce que dominaba el puente. Entre el puente y el fortín estaban situados los espectadores: una compañía de infantería, en posición de descanso, es decir, con la culata de los fusiles en el suelo, el cañón inclinado levemente hacia atrás contra el hombro derecho, las manos cruzadas encima de la caja. A la derecha de la hilera de soldados había un teniente; la punta de su sable tocaba tierra, la mano derecha reposaba encima de la izquierda. Sin contar con los verdugos y el reo en el medio del puente, nadie se movía. La compañía de soldados, delante del puente, miraba fijamente, hierático. Los vigías, en frente de los límites del río, podrían haber sido esculturas que engalanaban el puente. El capitán, con los brazos entrelazados y mudo, examinaba el trabajo de sus auxiliares sin hacer ningún gesto. Cuando la muerte se presagia, se debe recibir con ceremonias respetuosas, incluso por aquéllos más habituados a ella. Para este mandatario, según el código castrense, el silencio y la inmovilidad son actitudes de respeto.

El hombre cuya ejecución preparaban tenía unos treinta y cinco años. Era civil, a juzgar por su ropaje de cultivador. Poseía elegantes rasgos: nariz vertical, boca firme, ancha frente, cabello negro y ondulado peinado hacia atrás, inclinándose hacia el cuello de su bien terminada levita. Llevaba bigote y barba en punta, pero sin patillas; sus grandes ojos de color grisáceo desprendían un gesto de bondad imposible de esperar en un hombre a punto de morir. Evidentemente, no era un criminal común. El liberal código castrense establece la horca para todo el mundo, sin olvidarse de las personas decentes.

Finalizados los preparativos, los dos soldados se apartaron a un lado y cada uno retiró la madera sobre la que había estado de pie. El sargento se volvió hacia el oficial, le saludó y se colocó detrás de éste. El oficial, a su vez, se desplazó un paso. Estos movimientos dejaron al reo y al suboficial en los límites de la misma tabla que cubría tres durmientes del puente. El extremo donde se situaba al civil casi llegaba, aunque no del todo, a un cuarto durrniente. La tabla se mantenía en su sitio por el peso del capitán; ahora lo estaba por el peso del sargento. A una señal de su mando, el sargento se apartaría, se balancearía la madera, y el reo caería entre dos durmientes. Consideró que esta acción, debido a su simplicidad, era la más eficaz. No le habían cubierto el rostro ni vendado los ojos. Observó por un instante su inseguro punto de apoyo y miró vagamente el agua que corría por debajo de sus pies formando furiosos torbellinos. Una madera que flotaba en la superficie le llamó la atención y la siguió con la vista. Apenas avanzaba. ¡Qué indolente corriente!

Cerró sus ojos para recordar, en estos últimos instantes, a su mujer y a sus hijos. El agua brillante por el resplandor del sol, la niebla que se cernía sobre el río contra las orillas escarpadas no lejos del puente, el fortín, los soldados, la madera que flotaba, todo en conjunto le había distraído. Y en este momento tenía plena conciencia de un nuevo motivo de distracción. Al dejar el recuerdo de sus seres queridos, escuchaba un ruido que no comprendía ni podía ignorar, un ruido metálico, como los rnartillazos de un herrero sobre el yunque. El hombre se preguntó qué podía ser este ruido, si procedía de una distancia cercana o alejada: ambas hipótesis eran posibles. Se reproducía en regulares plazos de tiempo, tan pausadamente corno las campanas que doblan a muerte. Esperaba cada llamada con impaciencia, sin comprender por qué, con recelo. Los silencios eran cada vez más largos; las demoras, enloquecedoras. Los sonidos eran menos frecuentes, pero aumentaba su contundencia y su nitidez, molestándole los oídos. Tuvo pánico de gritar... Oía el tictac de su reloj.

Abrió los ojos y escuchó cómo corría el agua bajo sus pies. «Si lograra desatar mis manos -pensó-, podría soltarme del nudo corredizo y saltar al río; esquivaría las balas y nadaría con fuerza, hasta alcanzar la orilla; después me internaría en el bosque y huiría hasta llegar a casa. A Dios gracias, todavía permanece fuera de sus líneas; mi familia está fuera del alcance de la posición más avanzada de los invasores.»

Mientras se sucedían estos pensamientos, reproducidos aquí por escrito, el capitán inclinó la cabeza y miró al sargento. El suboficial se colocó en un extremo.


II

Peyton Farquhar, cultivador adinerado, procedía de una respetable familia de Alabama. Propietario de esclavos, político, como todos los de su clase, fue, por supuesto, uno de los primeros secesionistas y se dedicó, en cuerpo y alma, a la causa de los Estados del Sur. Determinadas condiciones, que no podemos divulgar aquí, impidieron que se alistara en el valeroso ejército cuyas nefastas campañas finalizaron con la caída de Corinth, y se enojaba de esta trabazón sin gloria, anhelando conocer la vida del soldado, encontrar la ocasión de distinguirse.

Estaba convencido de que esta ocasión llegaría para él, como llega a todo el mundo en tiempo de guerra. Entre tanto, hacía lo que podía. Ninguna acción le parecía demasiado modesta para la causa del Sur, ninguna aventura lo suficientemente temeraria si era compatible con la vida de un ciudadano con alma de soldado, que con buena voluntad y sin apenas escrúpulos admite en buena parte este refrán poco caballeroso: en el amor y en la guerra, todos los medios son buenos.

Una tarde, cuando Farquhar y su mujer estaban descansando en un rústico banco, próximo a la entrada de su parque, un soldado confederado detuvo su corcel en la verja y pidió de beber. La señora Farquhar sólo deseaba servirle con sus níveas manos. Mientras fue a buscar un vaso de agua, su esposo se aproximó al polvoriento soldado y le pidió ávidamente información del frente.

- Los yanquis están reparando las vías del ferrocarril -dijo el hombre- porque se preparan para avanzar. Han llegado hasta el puente del Búho, lo han reparado y han construido una empalizada en la orilla norte. Por una orden, colocada en carteles por todas partes, el comandante ha dictaminado que cualquier civil a quien se le sorprenda en intento de sabotaje a las líneas férreas será ejecutado sin juicio previo. Yo he visto la orden.
-¿A qué distancia está el puente del Búho? - pregunto Farquhar. -A unos cincuenta kilómetros.
-¿No hay tropas a este lado del río?
- Un solo piquete de avanzada a medio kilómetro, sobre la vía férrea, y un solo vigía de este lado del puente.
- Suponiendo que un hombre, un ciudadano aficionado a la horca, pudiera despistar la avanzadilla y lograse engañar al vigía -dijo el plantador sonriendo -, ¿qué podría hacer?

El militar pensó:

- Estuve allí hace un mes. La creciente de este invierno pasado ha acumulado una enorme cantidad de troncos contra el muelle, en esta parte del puente. En estos momentos los troncos están secos y arderían con mucha facilidad.

En ese mismo instante, la mujer le acercó el vaso de agua. Bebió el soldado, le dio las gracias, saludó al marido y se alejó con su cabalgadura. Una hora después, ya de noche, volvió a pasar frente a la plantación en dirección al norte, de donde había venido. Aquella tarde había salido a reconocer el terreno. Era un soldado explorador del ejército federal.


III

Al caerse al agua desde el puente, Peyton Farquhar perdió la conciencia, como si estuviera muerto. De este estado salió cuando sintió una dolorosa presión en la garganta, seguida de una sensación de ahogo. Dolores terribles, fulgurantes, cruzaban todo su cuerpo, de la cabeza a los pies. Parecía que recorrían líneas concretas de su sistema nervioso y latían a un ritmo rápido. Tenía la sensación de que un enorme torrente de fuego le subía la temperatura insoportablemente. La cabeza le parecía a punto de explotar. Estas sensaciones le impedían cualquier tipo de raciocinio, sólo podía sentir, y esto le producía un enorme dolor. Pero se daba cuenta de que podía moverse, se balanceaba como un péndulo de un lado para otro. Después, de un solo golpe, muy brusco, la luz que le rodeaba se alzó hasta el cielo.

Hubo un chapoteo en el agua, un rugido aterrador en sus oídos y todo fue oscuridad y frío. Al recuperar la conciencia supo que la cuerda se había roto y él había caído al río. Ya no tenía la sensación de estrangulamiento: el nudo corredizo alrededor de su garganta, además de asfixiarle, impedía que entrara agua en sus pulmones. ¡Morir ahorcado en el fondo de un río! Esta idea le parecía absurda. Abrió los ojos en la oscuridad y le pareció ver una luz por encima de él, ¡tan lejana, tan inalcanzable! Se hundía siempre, porque la luz desaparecía cada vez más hasta convertirse en un efímero resplandor. Después creció de intensidad y comprendió a su pesar que subía de nuevo a la superficie, porque se sentía muy cómodo. «Ser ahogado y ahorcado -pensó- no está tan mal. Pero no quiero que me fusilen. No, no habrán de fusilarme. Eso no sería justo.»

Aunque inconsciente del esfuerzo, el vivo dolor de las muñecas le comunicaba que trataba de deshacerse de la cuerda. Concentró su atención en esta lucha como si fuera un tranquilo espectador que podía observar las habilidades de un malabarista sin demostrar interés alguno por el resultado. Qué prodigioso esfuerzo. Qué magnífica, sobrehumana energía.

¡Ah, era una tentativa admirable! ¡Bravo! Se desató la cuerda: sus brazos se separaron y flotaron hasta la superficie. Pudo discernir sus manos a cada lado, en la creciente luz. Con nuevo interés las vio agarrarse al nudo corredizo. Quitaron salvajemente la cuerda, la lanzaron lejos, con rabia, y sus ondulaciones parecieron las de una culebra de agua. «¡Ponedla de nuevo, ponedla de nuevo!». Creyó gritar estas palabras a sus manos, porque después de liberarse de la soga sintió el dolor más inhumano hasta entonces. El cuello le hacía sufrir increíblemente, la cabeza le ardía; el corazón, que apenas latía, estalló de inmediato como si fuera a salírsele por la boca. Una angustia incomprensible torturó y retorció todo su cuerpo. Pero sus manos no le respondieron a la orden. Golpeaban el agua con energía, en rápidas brazadas de arriba hacia abajo, y le sacaron a flote. Sintió emerger su cabeza. El resplandor del sol le cegó; su pecho se expandió con fuertes convulsiones. Después, un dolor espantoso y sus pulmones aspiraron una gran bocanada de oxígeno, que al instante exhalaron en un grito.

Ahora tenía plena conciencia de sus facultades; eran, verdaderamente, sobrenaturales y sutiles. La terrible perturbación de su organismo las había definido y despertado de tal manera que advertían cosas nunca percibidas hasta ahora. Sentía los movimientos del agua sobre su cara, escuchaba el ruido que hacían las diminutas olas al golpearle. Miraba el bosque en una de las orillas y conocía cada árbol, cada hoja con todos sus nervios y con los insectos que alojaba: langostas, moscas de brillante cuerpo, arañas grises que tendían su tela de ramita en ramita. Contempló los colores del prisma en cada una de las gotas de rocío sobre un millón de briznas de hierba. El zumbido de los moscardones que volaban sobre los remolinos, el batir de las alas de las libélulas, las pisadas de las arañas acuáticas, como remos que levanta una barca, todo eso era para él una música totalmente perceptible. Un pez saltó ante su vista y escuchó el deslizar de su propio cuerpo que surcaba la corriente.

Había emergido boca abajo en el agua. Por un momento, el mundo parecía transcurrir con pasividad. Vio el puente, el fortín; vio a los vigías, al capitán, a los dos soldados rasos, sus verdugos, cuyas figuras se distinguían contra el cielo azul. Gritaban y gesticulaban, señalándole con el dedo; el oficial le apuntaba con su revólver, pero no disparaba; los otros carecían de armamento. Sus movimientos a simple vista resultaban extravagantes y terribles; sus siluetas, grandiosas.

De pronto escuchó un fuerte estampido y un objeto sacudió fuertemente el agua a muy poca distancia de su cabeza, salpicando su cara. Escuchó un segundo estampido y observó que uno de los vigías tenía aún el fusil al hombro; de la boca del cañón ascendía una nube de color azul. El hombre del río vio cómo le apuntaba a través de la mirilla del fusil. Al mirar a los ojos del vigía, se dio cuenta de su color grisáceo y recordó haber leído que todos los tiradores famosos tenían los ojos de ese color; sin embargo, éste falló el tiro.

Un remolino le hizo girar en sentido contrario; nuevamente tenía a la vista el bosque que cubría la orilla opuesta al fortín. Escuchó una voz clara detrás de él, en un ritmo monótono, llegó con una extremada claridad anulando cualquier otro sonido, hasta el chapoteo de las olas en sus oídos. A pesar de no ser soldado, conocía bastante bien los campamentos y lo que significaba esa monserga en la orilla: el oficial cumplía con sus quehaceres matinales. Con qué frialdad, con qué pausada voz, que calmaba a los soldados e imponía la suya, con qué certeza en los intervalos de tiempo, se escucharon estas palabras crueles:

-¡Atención, compañía! ¡Armas al hombro...! ¡Listos ...! ¡Apunten...! ¡Fuego...! Farquhar pudo sumergirse tan profundamente como era necesario. El agua le resonaba en los oídos como la voz del Niágara. Sin embargo, oyó la estrepitosa descarga de la salva y, mientras emergía a la superficie, encontró trozos de metal brillante, extremadamente chatos, bajando con lentitud. Algunos le alcanzaron la cara y las manos, después siguieron descendiendo. Uno se situó entre su cuello y la camisa: era de un color desagradable, y Farquhar lo sacó con energía.

Llegó a la superficie, sin aliento, después de permanecer mucho tiempo debajo del agua. La corriente le había arrastrado muy lejos, cerca de la salvación. Mientras tanto, los soldados volvieron a cargar sus fusiles sacando las baquetas de sus cañones. Otra vez dispararon y, de nuevo, fallaron el tiro. El perseguido vio todo esto por encima de su hombro. En ese momento nadaba enérgicamente a favor de la corriente. Todo su cuerpo estaba activo, incluyendo la cabeza, que razonaba muy rápidamente. «El teniente -pensó- no cometerá un segundo error. Esto era un error propio de un oficial demasiado apegado a la disciplina. ¿Acaso no es más fácil eludir una salva como si fuese un solo tiro? En estos momentos, seguramente, ha dado la orden de disparar como les plazca. ¡Qué Dios me proteja, no puedo esquivar a todos!».

A dos metros de allí se escuchó el increíble estruendo de una caída de agua seguido de un estrepitoso escándalo, impetuoso, que se alejaba disminuyendo, y parecía propasarse en el aire en dirección al fortín, donde sucumbió en una explosión que golpeó las profundidades mismas del río. Se levantó una empalizada líquida, curvándose por encima de él, le cegó y le ahogó. ¡Un cañón se había unido a las demás armas! El obús sacudió el agua, oyó el proyectil, que zumbó delante de él despedazando las ramas de los árboles del bosque cercano.

«No empezarán de nuevo -pensó-. La próxima vez cargarán con metralla. Debo fijarme en la pieza de artillería, el humo me dirigirá. La detonación llega demasiado tarde: se arrastra detrás del proyectil. Es un buen cañón.»

De inmediato comenzó a dar vueltas y más vueltas en el mismo punto: giraba como una peonza. El agua, las orillas, el bosque, el puente, el fortín y los hombres ahora distantes, todo se mezclaba y desaparecía. Los objetos ya no eran sino sus colores; todo lo que veía eran banderas de color. Atrapado por un remolino, marchaba tan rápidamente que tenía vértigo y náuseas. Instantes después se encontraba en un montículo, en el lado izquierdo del río, oculto de sus enemigos. Su inmovilidad inesperada, el contacto de una de sus manos contra la pedriza le hizo tornar los sentidos y lloró de alegría. Sus dedos penetraron la arena, que se echó encima, bendiciéndola en voz alta. Para su parecer era la cosa más preciosa que podría imaginar en esos momentos. Los árboles de la orilla eran gigantescas plantas de jardinería; le llamó la atención el orden determinado en su disposición, respiró el aroma de sus flores. La luz brillaba entre los troncos de una forma extraña y el viento entonaba en sus hojas una armoniosa música interpretada por una arpa eólica. No quería seguir huyendo, le bastaba permanecer en aquel lugar perfecto hasta que le capturaran. El silbido estrepitoso de la metralla en las hojas de los árboles le despertaron de su sueño. El artillero, decepcionado, le había enviado una descarga al azar como despedida. Se alzó de un brinco, subió la cuesta del río con rapidez y se adentró en el bosque.

Caminó todo el día, guiándose por el sol. El bosque era interminable; no aparecía por ningún sitio el menor claro, ni siquiera un camino de leñador. Ignoraba vivir en una región tan salvaje, y en este pensamiento había algo de sobrenatural.

Al anochecer continuó avanzando, hambriento y fatigado, con los pies heridos. Continuaba vivo por el pensamiento de su familia. Al final encontró un camino que le llevaba a buen puerto. Era ancho y recto como una calle de ciudad. Y, sin embargo, no daba la impresión de ser muy conocido. No colindaba con ningún campo; por ninguna parte aparecía vivienda alguna. Nada, ni siquiera el ladrido de un perro, sugería un indicio de humanidad próxima.

Los cuerpos de los dos enormes árboles parecían dos murallas rectilíneas; se unían en un solo punto del horizonte, como un diagrama de una lección de perspectiva. Por encima de él, levantó la vista a través de una brecha en el bosque, vio enormes estrellas áureas que no conocía, agrupadas en extrañas constelaciones. Supuso que la disposición de estas estrellas escondía un significado nefasto. De cada lado del bosque percibía ruidos en una lengua desconocida.

Le dolía el cuello; al tocárselo lo encontró inflamado. Sabía que la soga le había marcado con un destino trágico. Tenía los ojos congestionados, no podía cerrarlos. Su lengua estaba hinchada por la sed; sacándola entre los dientes apaciguaba su fiebre. La hierba cubría toda aquella avenida virgen. Ya no sentía el suelo a sus pies.

Dejando a un lado sus sufrimientos, seguramente se ha dormido mientras caminaba, porque contempla otra nueva escena; quizá ha salido de una crisis delirante: Se encuentra delante de las rejas de su casa. Todo está como lo había dejado, todo rezuma belleza bajo el sol matinal. Ha debido de caminar, sin parar, toda la noche. Mientras abre las puertas de la reja y sube por la gran avenida blanca, observa unas vestiduras flotar ligeramente: su esposa, con la faz fresca y dulce, sale a su encuentro bajando de la galería, colocándose al pie de la escalinata con una sonrisa de inenarrable alegría, en una actitud de gracia y dignidad incomparables. ¡Qué bella es! Él se lanza para abrazarla. En el momento en que se dispone a hacerlo, siente en su nuca un golpe que lo atonta. Una luz blanca y enceguecedora clama a su alrededor con un estruendo parecido al del cañón... y después, absoluto silencio y absoluta oscuridad.

Peyton Farquhar estaba muerto. Su cuerpo, con el cuello roto, se balanceaba de un lado a otro del puente del Búho.

Les Fleurs du mal

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"Sur le lit, le tronc nu sans scrupule étale
    Dans le plus complet abandon
La secrète splendeur et la beauté fatale
    Dont la nature lui fit don;"

"En el lecho, el tronco desnudo, sin pudor,

en el más completo abandono, muestra

el secreto esplendor y la belleza fatal

que la naturaleza le donó"

Baudelaire



Les Fleurs du mal est un recueil de poèmes de Charles Baudelaire.

Publiée en 1857 et rééditée en 1861, Les Fleurs du mal sont l'une des œuvres les plus importantes de la poésie moderne, empreinte d'une nouvelle esthétique.

martes, 22 de enero de 2013

ver distinto cada vez

El color es nuevo cada vez que se mira

Roland Barthes, (Roland Gérard Barthes), fue un critico litterario y semiologo frances (1915 - 1980 à Cherbourg). Fue uno de los principales animadores de la aventura estructuralista y semiotica francesa.


sábado, 19 de enero de 2013

Mejor no hacer ningun esfuerzo


Continuando con el tema anterior, yo creo que lo que sucede es que la gente (en general) muchas veces encuentra mas facil entregar toda su confianza en alguien o en algo que tomarse el trabajo de deducir que hacer.
Luego viene confiar en todo un cumulo de cosas extrañas (o no, depende de quien) de las cuales no dudamos (y eso no esta nada bien). Podriamos hablar de un sesgo cognitivo... o mejor aun de la falacia de validación personal:

En 1948, el psicólogo Bertram R. Forer dio a sus estudiantes un test de personalidad, y luego les dio un análisis de su personalidad, supuestamente basado en los resultados del test. Invitó a cada uno de ellos a evaluar el análisis en una escala de 0 (muy pobre) a 5 (excelente) según se aplicara a ellos: el promedio fue de 4,26. Luego les reveló que a cada estudiante se le había provisto del mismo análisis:

    Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas.

.

Como Saber si nuestro rumbo es correco ?



Creo que hay gente que o bien pone demasiada confianza en la tecnologia, o no se toma el mas minimo esfuerzo en corroborar si esta bien el resultado del instrumento que usa. Porque sobre todo, lo que hay que tener en cuenta es que los aparatos y nuevas tecnomogias son ayudas, meros instrumentos de los que nos servimos, pero hay que vigilar que esten en lo correcto.
Esta semana lei dos noticias que prueban que la gente tiene una fe ciega en lo que le dicen sin chequear los datos (y esto es peligroso, sobretodo en temas de informacion). Porque es claro que hay cosas en las que uno puede deducir que son falsas, sin necesidad de corroborar, pero otras son mas dificiles. En una bifurcacion, debo tomar a la derecha o a la izquierda? Que dilema.
Obviamente si nos dejamos guiar por un GPS de forma ciega este nos puede llevar al medio de una autopista quendo queriamos ir a un centro comercial o a Zagreb cuando queriamos ir a Bricelas. Pero, acaso no nos damos cuenta cuando el destino comienza a tardar o cuando el paisaje cambia de forma extraña? Esto ultimo lo comento de forma metaforica, porque en realidad quisiera referirme a cuando la guia es un hombre politico que guia los denistos de nuestro pais (cultural, economicamente, sanitariamente, y todos esos etceteras). Debemos creer ciegamente en él o empezar a sospechar que algo no anda bien cuando se empieza a alejar del destino que pedimos o que eol entorno comienza a ser demaciado diferente.

Ref.
ver. http://www.europe1.fr/France/Des-touristes-se-trompent-de-Lourdes-1379549/
y  buscar en motor    Sabine Moreau, une femme belge de 67 ans



viernes, 18 de enero de 2013

contagio

Me enviaron este viodeo, ahora que por estos pagos es invierno
http://www.youtube.com/watch?v=mMNh6krBMao

domingo, 13 de enero de 2013

Uno de mis filosofos preferidos

No solo porque Daniel C. Dennett, con su aspecto de Papa Noël, explica con claridad, o porque reflexiona hasta las últimas consecuencias cualquiera de sus afirmaciones. Sino porque Dennett tiene una gran formación científica, y a mi juicio un filósofo tiene poco que decir sobre lo que nos rodea si ignora el conocimiento científico de vanguardia

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=hSVlukYnggI

sábado, 12 de enero de 2013

Cientificos jugando !



Los padres muchas veces no saben que es lo mejor para los hijos, pero en general eligen lo que creen que es mejor. O en todo caso no todos, me entere de dos casos bastante extranos de padres que decidian experimentar con sus hijos. O mejor dicho, de hacer experiancias con sus hijos, los casos, sin ser graves, son al menos curiosos.
Uno es el caso de Kellogg (que despues de esto se debe haber dedicado a los cereales!). La feliz y alegre idea de este psicologo fue criar al mismo tiempo a su hijo y a un chimpacé bebé, con el fin de hacerlos convivir como si fueran hermanos, utilizando la misma ropa, juguetes y utensilios, para así observar y estudiar la evolución y aprendizaje de ambos bajo un entorno similar y descubrir de esta forma descubrir qué separaba al humano del animal. Lo que no penso este buen cientifico es que el chimpance comenzo a aprender más rápido que su hijo, dejando de mojar los pañales y comenzando a comer utilizando cucharas antes que Donald. Lo que no era tan grave como que al mismo tiempo, y ocurriendo exactamente lo inverso a lo que esperaba Kellogg, no sería el simio el qie se "humanizaría" sino que sería su hijo quien comenzara a desarrollar las conductas de un chimpancé. Desde emitir ladridos hasta probar todo con la boca imitando el patrón característico de estos simios. Así mismo, su dominio del lenguaje se vería seriamente aletargado. Tanto fue asi que Kellogg comenzo a tener miedo de continuar con la experiencia y decidio suspender todo, tiro el mono a la mierda de una patada bien dada y dejo a su hijo en paz y que se desarrolle como todo el mundo. http://www.psy.fsu.edu/history/wnk/ape.html
Los que esten interesados en averiguar sobre niños criados por animales (cosa distinta al experimento que vengo de comentar pero parecido en cuanto a criar un niño junto a un animal) pueden escribir en su motor de busqueda "Homo Sapiens Ferus".


Otra esta tambien referida a un cientifico, al Dr. d'Armond Speers, lingüista computacional y experto en varias lenguas, quien pese a no ser un fanático de Star Trek, cierta vez se enteró de la creación del Klingon Language Institute (KLI), fundado por Larence M. Schoen, y pensó que sería interesante aprenderlo. Muy pronto tubo una idea genial (segun él): enseñarle a hablar a su propio hijo, Alec, en ese lenguaje, con el objetivo de estudiar cómo los humanos adquieren su lengua.

Para que Alec no tuviera problemas sociales, la esposa de Speers le hablaría al niño siempre en inglés. En el resto de su vida, durante los tres años del experimento, Speers usaría frente a Alec únicamente el klingon (tlhIngan, en klingon), e incluso le cantaría en ese idioma el Himno Imperial Klingon como canción de cuna.

No se si saben algo al respecto de este idioma, pero la gramática klingon es muy limitada, y Speers debió pensar cuidadosamente cada vez que intentaba decir algo más o menos complejo. Por ejemplo, para pedirle a Alec que apagara la luz, decía lo equivalente a "hazlo oscuro". Sin embargo, este reto que entusiasmaba al lingüista no contagió a su hijo, que se resistía cada vez más a hablar la estupida lengua extraterrestre.

Aunque entendía lo que su padre le decía, Alec rara vez se expresaba en klingon, y finalmente dejó por completo de responder en la lengua ficticia, alrededor de los tres años de edad, momento en el que Speers cambió al inglés como una persona normal y sensata. O sea que nuevamente tiraron a la mierda al mono y se quedaron con la logica.

Hoy, Alec es un adolescente y no es una de las 20 o 30 personas del mundo que hablan fluidamente el idioma klingon. De hecho, no recuerda siquiera el significado de palabras sueltas. http://www.washingtoncitypaper.com/articles/10873/klingon-as-a-second-language


Me pregunto si a alguien no se le ocurrira enseñarle a un bebe y a un mono a hablar klingon al mismo tiempo para ver quien le tira con un ladrillo por la cabeza primero?


Ademas, estando proximo el nacimiento el vastago de Herrr Profesorrr, me pregunto que hara este sujeto con su bebe?, lo sometera a al rigor cientifico de sus encaprichados experimentos? lo influira para que sea neurocirujano? que opina de la "escuela de los antihipocraticos" -médicos que ven las restricciones ético-morales como un freno a la ciencia. A proposito de este tema, la película "Anatomie", lo utiliza como argumento principal en su trama-. http://www.cinemovies.fr/film/anatomie_e54596


Bueno, por ahora los dejo Debo pensar en nuevos experimentos.

martes, 8 de enero de 2013

deportes

Si quieren estar en forma este verano, practiquen Dwarf tossing

Igualdad entre sexos

El orgasmo medio en un hombre dura 6 segundos. A las mujeres les dura 23 segundos, lo cual significa que si las mujeres están realmente interesadas en la igualdad, deberían asegurarse de que tuviéramos cuatro orgasmos por cada uno que ellas tienen.

sábado, 5 de enero de 2013

Un vasco alli por 1700

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5b/Don_Blas_de_Lezo_-Museo_Naval-.jpg

1
Uno de mis mejores amigos en mi adolescencia fue un vasco. De hacer diabluras por aqui y alli comence a conocerlo y a conocer un poco el "espiritu vasco". En la escuela tenia compañeros gallegos que me mostraron tambien un poco de como era ese espiritu gallego. Alguna vez alguien me conto un chiste (y debe ser tomado solo como eso, un chiste) que decia que la diferencia entre un vasco y un gallego que se enfrentan a una puerta corrediza es que el vasco la abre. Y hay que conocer a los vascos para entender este chiste. Porque no se como, por la razon o la fuerza (como dice el escudo chileno) pero siempre obtienen sus objetivos, o casi siempre.

La hitoria que les voy a contar es de un vasco, un genio militar pero que como muchos genios era un loco y hacia locuras o genialidades, como se quiera ver.
Blas de Lezo nacio en 1689. y con apenas 17 año participo de su primer enfrentamiento naval en la batalla de Velez-Malaga.La cronica dice que en dicha batalla (y posiblemente por su juventud) se batio de manera ejemplar, hasta que una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar, sin anestesia, por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación. Debido al valor demostrado tanto en aquel trance como en el propio combate, es ascendido a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis XIV. Se le ofrece ser asistente de cámara de la Corte de Felipe V. Evidentemente necesitó una larga recuperación y rechazó estar en la Corte, pues ambicionaba conocer las artes marineras y convertirse en un gran comandante.

Su carrera militar fue increible, Sus jefes lo consideraban un talisman, porque donde estaba él no se conocia la derrota, era valiente, motivaba al resto y era muy inteligente. Aunque su valentia superaba la inteligencia (acaso los cobardes son inteligentes porque juzgan mejor como prerservarse?). En fin, en cuestiones de exponerse en batalla era un tonto, porque "iba al frente". pero para entender esto hay que entender como son los vascos, que no escapan al bulto, que van too recto si de esto se convencen.

Son muchisimas las victorias de Blas de Lezo y Olavarrieta, pero hay una que es la mas heroica, la mas increible, no solo de su vida, sino que es la batalla que decide los siguientes 50 o 60 años. Se trata de la defensa de Cartagena de Indias sitiada por los ingleses.


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Para darles una idea de quien era este vasco les voy a contar cuando fue en una expedicion  a Orán con 54 buques y 30.000 hombres, y como se esperaba rindió la ciudad, si bien cuando se marchó, Bay Hassan logró reunir tropas y sitiarla. Lezo pego media vuelta y retornó en su socorro con seis navíos y 5.000 hombres. Obviamente puso en fuga al argelino luego de una batalla bien pareja. pero eso de que haya vuelto y sitiado nuevamente la ciudad no le gusto al vasco y decidio darle un buen escarmiento. La nave capitana de 60 cañones del argelino se refugió en la bahía de Mostagán (hoy Mostaganem), baluarte defendido por dos castillos fortificados y 4.000 hombres. Cuando sus oficiales le comentaron las nuevas Lezo respondio que seguia adelante con el escarmiento y entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes, incendiándola y causando además un gravisimo daño a los castillos. Patrulló después durante meses por aquellos mares, impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Estambul, hasta que una epidemia lo forzó a regresar a la ciudad de Cádiz.

El vasco se jactaba (con sincero orgullo) que jamas nadie lo hizo arrodillar. Y tenia con que apoyar esta frase ya que estaba invicto. Sea cual fuere el conflicto que participo, habia ganado.


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Bueno, los ingleses habian buscado una guerra contra España como escuza para ganar las rutas a Indias y el comercio que eso entrañaba. Asi la "ofensa" que se hizo al rey cuando un español le corto la oreja luego de capturarlo sirvio como escuza para la guerra. Armaron una flota de 186 navios (la mas grande de toda la historia y tenemos que llegar hasta la era moderna y el desembarco de Normandia para encontrar otra flota mas numerosa).A eso s ele agrega unos 30.000 hombres, mas 4.000 reclutas (estos de la parte de los Washington) y unos macheteros jamaicanos (unos 400) y pusieron al mando al almirante Vernon. Del otro lado estaba el heroe de nuestra historia, Blas de Lezo y Olavarrieta, y para enfrentar las 186 naves contaba con.... 6 naves y para hacer frente a los 30.000 contaba con unos 2.700. No obstante al vasco se le habia puesto en la cabeza que los ingleses no tomarian esa plaza, aqui se habla español !

Vernon estaba envalentonado tras el saqueo de la plaza de Portobelo, y el inglés desafió a Lezo, diciendole que el proximo seria él, a lo que el marino español contestó:

    «Si hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía.»

Alli en Cartagena de Indias, la tactica y estrategia de Blas de Lezo y Olavarrieta fue brillante, y los ingleses fueron cayendo en todas las trampas que les habian tendido. Trincheras en zig-zag, obtaculos de todo tipo, indios flecheros (unos 600) que tambien hicieron lo suyo conociendo muy bien el terreno. No obstante solo lograban retrazar el avance.
Blas de Lezo y Olavarrieta ordeno cavar una foza alrededor de la fortaleza, y cuando los ingleses llegaron para tomarla vieron que sus escalerillas no eran lo suficientemente altas, mientras recibien fuego enemigo y agua hirviente, piedras, flechas y todo lo que se les podia arrojar. En un momento dado, Blas de Lezo y Olavarrieta estalla y manda cargar bayonetas y sale junto con sus mejores hombres gritando (como siempre) insultos a la hombria de los ingleses y vivas al rey, y tambien les gritaba cosas como "aqui se habla español". Es el momento clave de toda la accion de esos dias. Todos los siguen, despues de todo era o atacar en ese momento o esperar alli ser muertos. El almirante ingles Vernon ve como masacran a sus soldados y ordena retirada. Pero nadie defiende esta retirada caotica. Los españoles cargan contra todo. Es una carniceria. Y la plaza no es tomada.


Tan grande, de tal envergadura fue la derrota de los ingleses, que aseguró el dominio español de los mares durante más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar. Humillados por la derrota, los ingleses ocultaron monedas y medallas grabadas con anterioridad para celebrar la victoria que nunca llegó. Tan convencidos estaban de la derrota de Cartagena que pusieron medallas en circulación que decían en su anverso: «Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741» y «El orgullo español humillado por Vernon».


En retirada y en su barco, el almirante Vernon se alejaba de la bahía con su armada destrozada y rpometiendo volver le gritaba al viento: «God damn you, Lezo!» (¡Que Dios te maldiga Lezo!).  Blas de Lezo, le responderia por escrito a Vernon:

    «Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir.»

http://www.youtube.com/watch?v=JOZ4N5oSXDE


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viernes, 4 de enero de 2013

Asombroso



Mi editor me dijo que si queria mas lectores tenia que poner cosas que asombren, que parezcan casi increibles, asi que le dije "bueno, recurramos a la entomologia", pero el me dijo, que primero recurra a otra cosa. Asi que aqui va otra cosa asombrosa. Y es sobre las ratas. Una rata puede nadar durante 72 horas. Puede saltar desde una altura de 15 metros sin sufrir daño. Puede colarse por huecos de poco más de 1 centímetro. Puede dar brincos de casi 1 metro. Puede trepar por superficies verticales. Puede caminar sobre cuerdas. Puede sobrevivir sin agua más tiempo que un camello. Puede comer todo lo que es comestible, y también muchas cosa que no lo son: plomo laminado, hormigón tierno, ladrillos, madera y aluminio.
Si todo esto no los asombro les agrego que practican sexo hasta 20 veces al día y son extremadamente promiscuas: una hembra en celo puede tener sexo más de 500 veces con un montón de machos distintos y parir 12 camadas de 22 crías cada año.

En Estados Unidos se calcula que su población es de 150 millones. En Reino Unido supera la población humana. Y parece ser, se acuerdo con lo que dicen, que nunca estamos a más de 2 metros de una rata. Aunque a mi esto me parece un poco exagerado. El único lugar que no tiene ratas comunes (exceptuando los casquetes polares) es la provincia canadiense de Alberta. ¿La razón? Cuando la rata empezó a expandirse desde Mongolia, al llegar a la frontera oriental de Alberta, en 1942, los abertenses les hicieron frente estableciendo una zona divisoria de 650 kilómetros (todavía existe y posee patrullas de vigilantes, la Rat Patrol). Se dice que la primera rata llegó a Alberta en 1950. Un año después se iniciaba una agresiva campaña de desratización, usando abundante veneno, quemando campos y destruyendo edificios infectados.

Ahora les doy una razon para que la efigie de Mickey Mouse les cauce más alarma que la cruz gamada. Las ratas son portadoras de más de 70 enfermedades muy contagiosas. Por ejemplo, la peste bubónica, o el cólera, el tifus, la tuberculosis, la enfermedad de Weil, la salmonela, la fiebre aftosa, el síndrome respiratorio severo y ocho especies de gusanos parásitos. Y además trae consigo pulgas, garrapatas y piojos. Las víctimas humanas por parte de las ratas se cuentan por millones.

Y no la subestimen porque la rata es un animal inteligente y posee una gran memoria. Cuando le haces cosquillas o durante el sexo emite una risita ultrasónica.

vehiculizar la contaminacion


Empiezo el año con una observacion hecha por mi mujer, que trabajo toda su vida en el medio de la salud, mas exactamente en el medio hospitalario. El otro dia me dijo, si era un atentado a la salud publica las personas que salian con el ambos de trabajo (el guardapolvo de medico) a la calle, ni te digo hoy en dia que todos entran con su pôrtable que no se lava jamas y que tiene mas germenes bacterias y microbios que ninguna otra cosa.