viernes, 26 de agosto de 2016

Un holandes inmenso

Ayer por la noche estaba buscando alguna película en Internet y vi un título "GIRL WITH A PEARL EARRING" e indudablemente pensé en uno de mis dos pintores favoritos, Vermeer (Goya es el otro). La película esta bien hecha. Una vez terminada, me quede con ganas de mas Vermeer (como de costumbre) y me puse a ver sus cuadros en Internet.

 

Siempre pensé que mi acercamiento hacia los pintores era por mi profesión de fotógrafo (esta denominación me queda grande, digamos que simplemente saco fotos), pero fue anoche, viendo los cuadros de Vermeer después de la película (donde el director incluye una escena de Vermeer interesado por un ancestro de las cámaras de fotos) que me di cuenta de algunas cosas entre el pintor y el hecho de sacar fotos. Vermeer nos regala el testimonio de un mundo, una época, casi como si haría una crónica en imágenes. Y no solo las circunstancias de ese mundo, sino y sobre todo, el alma de las personas que entre ellos viven. La mirada de Vermeer es, portadora de un creer en la posibilidad de elevarse por sobre lo cotidiano, no importa la tarea que se haga.

 

Pero posiblemente lo que primero me acerco a Vermeer es que tiene la condición de observador apartado, como hoy (lejos de las selfies de moda) tiene (o debería tener) un fotógrafo. Por otro lado, esta también el manejo de la luz, con esa calidez, esa luz que barre la escena como si fuera una escritura contándonos una historia. En muchos de los interiores de los cuadros la entrada de luz se hace explícita con la aparición de una ventana y algunas de estas ventanas aparecen entreabiertas, para beneficio de la perspectiva, pero también para permitirnos soñar con el aire y los rumores de la calle.

 

¿Alguna vez se dieron cuenta de cómo los objetos cotidianos en manos cotidianas, tocados por el pincel de Vermeer adquieren una dimensión distinta? Cuando los veo, yo siento que son objetos de culto en manos sacerdotales: la fina jarra de plata apoyada en la fuente, la jarra de barro en las seguras manos de la (para mi) mítica lechera.

Trabajan mucho las mujeres en los cuadros de Vermeer, pero también leen cartas y hacen música (¿que estarán tocando? ¿Una spinetta?) Pero sobretodo, lo que me gusta es que en las telas las mujeres siempre dominar la escena con seguridad.

 

Después me acorde que en el segundo piso del ala Sully del Louvre puedo ver a Vermeer y su "La Dentellière". Esa obra maestra que Renoir consideraba como "el más lindo cuadro del mundo". El mismo cuadro que fascinaba a Van Gogh. Y hacia allí fui hoy y allí quede en silencio, como se debe ver estas "intimidades" sobre la tela de Vermeer, acariciado por esa claridad dulce de la mágica luz de Vermeer.