domingo, 25 de marzo de 2007

Un voyageur français

Me permito presentar en este blog a un querido amigo que dejó hace tiempo estas pampas, y ahora se dedica a escribir, con singular éxito, pero lamentablemente la crisis de las papeleras ha hecho que tenga que recurrir a medios electrónicos para su autoabastecimiento. Esto último lo llevó a una internación en el Hôpital de Paris para extraer los trozos de Intel Core Duo. En su corta estancia en el hospital, monsieur garabateó en papel lo que transcribo textualmente aquí debajo. Con su permiso (por escrito por supuesto) habrá un blog para que puedan dialogar con este extraño professeur francés, ávido de viajes y cuentos borgianos. Basta de cháchara entonces, señor canciier. Comencemos con las entregas literarias del viajante.


Una introduccion al arte de leer un viaje. Es una introduccion hecha con mas calma y tiempo que el viaje mismo y esta dirigida a un grupo de lectores que merita mucha mas calidad de la que yo no puedo llegar a satisfacer.

El viaje es inasible a las palabras. El amor, el deseo y la pasión también lo son. ¿Como contar entonces un viaje?. Tal vez con la imprudencia y con la sencillez de animo con la que tantos autores abordaron esos temas imposibles a las palabras. ¿Y como leer e interpretar un viaje?. Seguro, para experimentar con el intelecto, desde lejos, y no con los sentidos un viaje, es necesario acceder a él desde el interior de uno mismo. La estrategia que les propongo para viajar leyendo consiste en el ejercicio de la multiplicidad de dimensiones en las que realmente vivimos. Para el relato, entonces, dependo de sus voluntades en atreverse a explotar la memoria de los sentidos, el registro de lo que vivimos mezclado con la imaginacion de lo que no.

En todos los casos se entraña la mirada, apenas por sobre los otros sentidos, aunque el lugar fuera desconocido para ustedes (o al menos en un principio). La mirada en el mas amplio y variado sentido, la historica, la artistica, la geografica. Porque en un viaje, la mirada existe para capturar aquello que a algunos la rutina y a otros la velocidad les hacen esquivar y los anestesian impudicamente. Porque es asi como muchos viven en estos tiempos, esquivados y esquivando, anestesiados y a la mayor velocidad posible (bien podría ser esto ultimo el rotulo que defina a los habitantes de esta epoca). Habitantes esquivados de casi todo lo que ocurre, y esquivando casi todo lo que ocurre, viviendo hechos que se volvieron solo velocidad. Anestesiados por la proliferación de estímulos de todo tipo y factor a los que se hacen adictos, como se hacen adictos a los desactivadores del cerebro y desendedores de estandares hasta mas alla del limite y asombro. Todo un entretejido de voces, de tensiones, colores, formas, historia, indicios, olores, sabores, todo un universo servido, propuesto para el regocijo de los sentidos y sin embargo dejado a un lado, sencillamente desperdiciados (como los Eloi despreciaban los libros y el conocimiento en aquella historia -¿profetica?- de H.G.Wells).

Sencillamente no se puede esquivar la propuesta del placer de los sentidos. Uno se hace y crece gracias a ellos, y en los viajes uno los experimenta y en las lecturas uno los recuerda.
Pero somos también memoria y olvido.

Cuando viajamos tomamos el viaje como objeto de muchas cosas, y no llegamos a percibir que en realidad él, como el lenguaje, como el amor, como el deseo, nos toma a nosotros con fuerza apasionada (como esos abrazos que desean buena suerte antes de los viajes). Yo, muy temprano, en un viaje que hice con Roberto por Patagonia, descubri que el viaje es una estructura vital, que respira, crece, muere, resurge y fagocita, que se alimenta de sus propios organos, incluidos nosotros, y es mas logico dejarnos que él nos guie y enseñe que intentar llevarlo por el cause que a nosotros se nos antoja caprichosamente (mi suegro me comento alguna vez viniendo de Biarritz esa ridiculez de intentar hacer programas a velocidad diciendo en broma el titulo de una vieja pelicula "Si es martes es Belgica").

No puedo hablar del viaje; tal vez como Paul Groussac o aquellos libros de viajeros de otros tiempos, habria primero que crear el mito. Yo solo intento hacer un relato, una experiencia estética. Pero sí los invito a que entren en él a través de diversos puntos y les pido que usen todas las dimenciones que sus recursos les permitan, sin mapas ni brújulas, bien desorientados, y viajar como si fueramos aquellos viajeros que se perdian para descubrir increibles tesoros (a donde nos guie el viaje los habra!). Es la propuesta que tenemos con Caro, algo de nuestra historia de los viajes, que retorna a ustedes con nuestras mejores intenciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm... aja...
si...
bien...
ok!

Anónimo dijo...

ecselenteeee