lunes, 26 de enero de 2009

Continúo con el tema del oro.

Así fue como hubo un tiempo en el que el estándar de riqueza, sobre todo para los países, el único activo de reserva internacional capaz de saldar deudas, de ser intercambiable por cualquier otra cosa, era el oro.

 

Las naciones adheridas al gold standard se habían comprometido a fijar el tipo de cambio de sus respectivas divisas en términos de una determinada cantidad de oro, el cual iba y venía en respuesta a los precios relativos entre países.

 

Por supuesto que el papel moneda se utilizaba en la vida cotidiana como medio de pago, y por supuesto que cualquiera podía canjear sus billetes por oro, salir del país y, allá donde fuese, dirigirse al banco que le parecía mas simpático (de todos estos que nos sonríen amablemente), hacer un depósito en metálico y obtener a cambio billetes en moneda local.

 

Aquí hay un punto muy importante que no quiero que pase desapercibido, y es que las reservas de oro de un país eran (y son) finitas y sólo se podían aumentar a través de un superávit de la balanza de pagos o por producción interna de oro, o sea (y lo subrayo) que tanto el proceso de emisión de moneda respaldada con oro como la pérdida de reservas tenían un límite natural. Así, un descenso en las reservas de un país, como consecuencia del exceso de sus importaciones sobre sus exportaciones, ocasionaba una bajada general de precios como resultado de la contracción monetaria (salida de oro a causa del déficit). El efecto contrario se producía en los países exportadores netos quienes, ante el aumento de sus reservas, perdían competitividad por la subida interna de precios.

 

Espero no estar siendo muy técnico...

 

El flujo del oro funcionó para mantener la paridad del poder de compra a través de una cantidad equivalente de oro entre las naciones, evitando que los desequilibrios comerciales (déficits) perpetuos se acumularan.

 

El mecanismo de control esencial del flujo del oro era la política de tipos de interés: cualquier déficit de la balanza de pagos que redujese las reservas debía acompañarse de una subida del tipo de descuento que, de un lado contuviese la salida de capitales a corto plazo y, de otro, desincentivase el consumo, el gasto de inversión y, finalmente, redujese el nivel general de precios.

 

Como todos nosotros sabemos (digo esto porque se que el Azote no va a leer toda esta perorata) las divisas estaban ligadas en términos de oro, su valor se mantenía  estable en torno a los puntos de importación/exportación del metal. O para que quede mas claro: cualquier tensión en los mercados de cambio (exceso de demanda/oferta) quedaba corregida, vía arbitraje, por los costes de exportación/importación. O si lo quieren con un ejemplo para mayor claridad: si la demanda de tenedores de A que quisieran cambiar por B excediese la demanda de tenedores de B que quisiesen cambiar sus figuritas por A, B tendería a subir. Pero sólo hasta alcanzar un tipo de cambio tal que compensase convertir la divisa A en oro y enviarlo hasta donde lo cambiasen por B. El resultado, relativa estabilidad cambiaria, comercial, financiera, muy baja inflación media de largo plazo, aunque volátil a corto, y florecimiento económico mundial apoyado en la revolución industrial.

 

Pero…..

 

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