viernes, 10 de abril de 2009

No vuele con sombrero

Este fin de semana fui a Barcelona. El vuelo fue agradable, excepto por una situación que paso inmediatamente a describir.

El caso es que padezco de sinusitis, digamos que tengo la nariz tapada casi todo el tiempo. Y, aunque todos los lectores de este blog lo saben muy bien, les cuento que la masa ósea de nuestro cráneo contiene unos pequeños huecos llamados senos (frontal, maxilar, etmoidal) que se comunican entre sí y también con las fosas nasales (o como las llama mi mujer: vías respiratorias superiores) por unos pequeños conductos óseos (que mi mujer me dijo que se llaman Ostium a lo que yo le pregunte si eso era algo vinculado con la Iglesia, pero nuevamente mi mujer me dijo que la "ostia" es un molusco marino de valvas desiguales, y que lo que yo tenia en mente con respecto a la Iglesia era la "hostia" con "h", que es ese trozo de pan sin levadura con forma circular que se ofrece en la Eucaristía por ese tema de la transubstanciación).

 

Bueno, por lo que me dijo mi mujer parece que en condiciones normales y con estas vías de comunicación libres, el equilibrio gaseoso se produce normalmente, pero la existencia de alguna patología en estos conductos (congestión de la mucosidad que los recubre) que obstruya la vía de drenaje de los senos se puede derivar en una problema barotraumático justamente en estos conductos y cavidades que quedan aislados perdiendo el equilibrio de presiones (que se hace imposible a causa de la obstrucción).

 

Luego de la explicación medica de mi mujer le comente "ah!, ¿algo que ver con la Ley de Boyle?", a lo que ella me dijo "no sé".  Pero yo imagino que tiene que ver con esta ley que dice que la presión de un gas en un recipiente cerrado es inversamente proporcional al volumen de dicho recipiente cerrado, a temperatura constante. (En realidad no es un solo gas el que tenemos en los senos y demás conductos, por lo que habría que hablar de la Ley de Dalton, pero para el caso es lo mismo). En un avión los pasajeros están expuestos en los viajes aéreos a cambios bruscos, rápidos e intensos, de la presión atmosférica. Y esto a pesar de la presurización de cabina de los aviones comerciales. Encima como factor añadido, un ambiente de cabina con una humedad relativa del aire del 10 - 20% y una temperatura de 22 - 27º C genera un grado leve o moderado de deshidratación que dificulta la eliminación de secreciones acumuladas en el árbol respiratorio.

 

Les cuento que el dolor es intensísimo. La sensación es que a uno le están realizando una trepanación sin anestesia. Yo recuerdo haberme tomado la frente con la palma de mi mano y escuchar cada vez menos a mi mujer que algo me decía mientras yo me concentraba más y más en el dolor. Al finalizar lo más intenso del dolor quede maltrecho por un buen tiempo.

 

*                   Lo peor es que todavía quedaba la vuelta. Así que no dude de todo lo que me explico mi mujer (nunca lo hago) y me embarque en la posible solución. Lo que hice fue lo siguiente; por un lado intente permeabilizar los conductos para nasales para igualar las presiones (y así evitar el barotrauma). También fui a la farmacia y le pedí un aerosol para destapar las fosas nasales y un calmante para el dolor (por si no resultaba o tenía éxito parcial). El boticario, que al fin y al cabo es también un comerciante, me oficio un buen analgésico y me propuso un descongestionantes para abrir los conductos nasales tapados, que permiten que los canales paranasales se drenen. Pero me advirtió severamente que no se deben usar más tiempo de lo indicado debido a que el uso excesivo de aerosoles nasales puede incrementar la inflamación y empeorar los síntomas

 

Como los barotraumas se producen con mayor frecuencia durante las fases de descenso en las que el aire atrapado en cavidades corporales es menos denso que el aire del exterior, tendiendo éste a entrar en la cavidad con menor presión, los medicamentos de la farmacia me los aplique una hora antes del descenso.

 

Les advierto a los lectores del blog que el sistema de renovación del aire en los aviones comerciales precisa usar parte de la potencia de las turbinas razón por la cual se redujo considerablemente la renovación de este durante el vuelo. Cuando se decidió esta reducción se dispuso que la cabina de los pilotos reciba una mayor cantidad de aire ya que estos debían permanecer alertas (obviamente) y se les da 240 metros cúbicos por hora. Los que viajan en primera clase reciben 60 metros cúbicos por hora. Y los que viajamos en clase turista solo recibimos 30 metros cúbicos por hora. Este nivel de flujo tiende a agravar la hipoxia relativa de la atmósfera de la cabina y precipitan otros síntomas como la deshidratación de la piel, la sequedad de las mucosas, el cansancio y la somnolencia.

Para contrarrestar todo esto último hay que hidratarse bien, y también es importante estar despierto en el momento del aterrizaje.

 

Espero que todo esto les sirva a los lectores que emprenden un vuelo en avión, especialmente a las personas con permeabilidad tubárica disminuida (catarros, alergias, etc.). Y por supuesto que esto se evitaría en vuelos en dirigibles….

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