sábado, 6 de septiembre de 2008

La música calma a las fieras II

II.                  La música y los gordos

 

Esta crítica a Pavarotti (quisiera observar que el crítico dice "robusto" por no decir "gordo", cosa que no interfiere en su calidad artística) que apareció en el The New York Times me recordó al tipo de discriminación que reciben ciertas personas por cuestiones que no tienen que ver con la tarea a realizar o su competencia para esa tarea. Es el caso, por ejemplo, de las mujeres a las que les dicen "si no entras en ese diminuto vestido negro no te necesitamos" (esto le puede pasar a los hombres también, pero en ese caso no seria discriminación por peso, sino otra cosa…). Y no me refiero a las modelos de pasarela a las que se les exige ser flaquísimas, me refiero, por ejemplo, a lo que le sucedió a Deborah Voigt (una de las mejores sopranos de la actualidad) cuando la despidieron por gorda. Y esto pese a que el papel era de Adriadna, la amante de Baco en la ópera de Strauss "Ariadna en Naxos", y que ella es considerada como una soprano ideal para interpretar a Wagner o Strauss, y no solo eso, sino que además el público la idolatraba y la crítica la mimaba. Pero todo esto no fue suficiente dado que ella no daba con el talle correcto en el vestido. Parece que el director del casting de la Royal Opera House Covent Garden de Londres quería que usase un diminuto vestido negro para la interpretación. Pero la soprano que cabía en el papel, no cabía en el vestido. Así que le mostraron la calle y cerraron la puerta detrás de ella.

 

Así que la despidieron por "gorda" (cosa que quedó claro hace cuatro años). Pero esta intérprete pasó por el quirófano poco después del incidente. Aunque ella aclaro bien que no necesitó del despido para comprender que tenía un problema.
La cantante se tomo todo el asunto con muchísimo humor, incluso grabo un video con el famoso incidente del vestido. Así, después de cuatro años en junio del 2008 Deborah Voigt  vuelve a hacer la representación de Ariadna en el Covent Garden, en donde arrancó los aplausos de un público que la ovacionó y obtuvo la calificación de cinco estrellas para el vespertino "Evening Standard". Esto es algo que podríamos definir como un dulce despecho y ahora con más peso que nunca en la escena londinense, ella misma se ofreció el delicioso plato de una suave vendetta en la que han ganado todos (si, incluso ella).

 

Posiblemente esta es una época en donde se estila sopranos mas estilizadas, y se juzga también lo físico, dentro de una situación donde habría que priorizar otras cosas. Pero es que muchas cosas cuentan, allí esta Renata Tebaldi, poseedora de una voz bellísima, que mantenía el mismo color en todo su registro, y destacaba por su técnica pero que no alcanzo la popularidad de la Callas. Muchos dicen que en lo referente a voz Renata Tebaldi era de mejor calidad que Maria Callas, pero Callas se metía además en la piel de sus personajes, tenía una fuerte habilidad psicológica, era una gran actriz trágica. Y Tebaldi hacía siempre de Tebaldi.

Posiblemente para la ópera cuente también la actuación del interprete, y no una soprano estática como era Tebaldi. El caso es que ambas tenían sus seguidores incondicionales. Hubo una vez que a cierta representación en La Scala, feudo de Callas, acudieron un día multitud de incondicionales de Tebaldi que al final bombardearon el escenario de frutas y verduras en vez de flores. Callas, corta de vista en aquel entonces, no lo percibió de inmediato pero cuando se dio cuenta pidió silencio y preguntó a sus increpadores dónde habían conseguido verduras tan frescas sin estar en temporada.

 

Callas ya tenia experiencia en "guerras" entre artistas, les voy a contar por ejemplo la de 1955, en donde participo Boris Christoff (cantante de ópera búlgaro, con un timbre único y una paleta bocal remarcable y, como Callas, un temperamento dramático natural). El caso es que al principio de 1955 Boris Christoff ensayaba "Medea" con Maria Callas. Todo comienza cuando la Diva se entera que Christoff va a cantar "Creonte" y se queja diciendo que ella debería haber sido prevenida antes para utilizar su derecho a veto, como lo estipula su contrato. Christoff se entera, y protesta contra los cortes que sufrio su personaje que reducen a un tercio su participación en la obra y amenaza con no cantar si no son restituidas todas las partes cortadas. En el medio de las peleas Christoff acusa a Meneghini de estar detrás de todo esto. Aclaro que Giovanni Battista Meneghini, era el esposo de Maria Callas y un eterno enamorado de ella, le fue fiel eternamente, incluso se enfrento a su familia, dejo su actividad de industrial y se peleo con los "falsos", según él, biógrafos de Maria Callas; a pesar de su separación posterior, él fue siempre el primer defensor público que tuvo la cantante. Cuando se separaron, Meneghini pasó su soledad en una villa retirada del mundanal ruido al que le había llevado la Callas. La muerte de ésta en París, en 1977, supuso para él el comienzo de una gran depresión, que lo llevo años después a su propia muerte.

El caso es que Meneghini por su lado alquila un grupo de "gente" para que cree disturbios en las escenas de Christoff. El 22 de enero, en el día del estreno la gente contratada por Meneghini realiza su tarea, pero también hay un grupo que silva al fin de cada participación a Maria Callas. Los grupos cada vez ponen mas pasión en sus abucheos, hasta que en un momento que estaban silbando a Callas estalla una pelea (a golpes francos, y tirándose con todos los objetos que tenían a mano). Los administradores del teatro llaman a la policía, quien interviene con palos y separa a los grupos rivales (quienes terminan presos).

Al final del segundo acto quería salir a saludar delante del telon, pero Christoff le cierra el camino y se lo impide. Le dice que o iban los dos o ninguno. Finalmente, una salva de aplausos dan contra un telón desierto.

 

No hay comentarios: