miércoles, 7 de abril de 2010

Henry Maske.

Rubio, zurdo, nacido en un pueblecito cerca de unos 40 kilómetros de Berlín de una madre secretario y de un padre chauffeur. Ya destaca muy temprano ganado todos los títulos a los que un amateur puede aspirar: triple campeonato de Europa, campeón del mundo y campeón olímpico de pesos medianos.

Es un boxeador, pero mas es un deportista aplicado y disciplinado, pero también es un alumno estudioso y modelo.

Maske decide pasar al profesionalismo, aunque este pasaje no apasiona a nadie durante tres años de combates, en los que no pierde jamás.

A principios de 1993 Henry Maske, invicto, pelea contra el norteamericano Prince Willliams. La apuesta de de gran tamaño porque el alemán apunta al titulo mundial de los semi-pesados. Henry se impone, como es su costumbre, sin brío, pero con regularidad, con constancia y precisión.

Su carrera se acelera vertiginosamente. La primera cadena privada alemana invierte en la campaña de Henry Maske.

 

¿Qué es lo que mas gustaba de Henry Maske sobre otros campeones? Que era un hombre simple y accesible a todos. La gente lo encontraba en las calles solo o con su familia. Porque para Henry su familia era muy importante y sostuvo con hechos y no solo con palabras que para él tener éxito era ser un buen padre.

 

Maske encadena victorias una detrás sin jamás convencer con un rotundo golpe de knoc out. El problema es que él no es un noqueador, él solo boxea, y lo hace bien. Pero que importa la manera si la victoria es siempre del él.

 

Cuando sale en fotos, o en la televisión, viste elegantemente trajes grises hechos a medida. Tiene el tipo perfecto, ese estilo clásico que gusta a todas las madres. Luego de años y años parece ser que definitivamente Maske gusta a todos los alemanes de todas las clases.

Sus adversarios vencidos uno tras otro le permiten conservar su invicto, pero cabe hacer una aclaración: Maske solo pelea en Alemania. Debería decir dentro de Alemania.

En Alemania, hace publicidades, es tapa de revistas, notas en los diarios, incluso es elegido el deportista allegan del año en 1993 (que por primera vez se le da ese premio a un boxeador).

Sus combates empiezan a ser cada vez mas espectáculo que peleas de boxeo, para darle mas espectacular a una forma de boxear que no la proveía.

 

Sin embargo, todo este éxito no lo marea y el sigue viviendo siempre en el mismo pueblo donde el vive desde hace 20 años. Maske no habla ni una palabra de ingles y es reciproco el interés de no pelear en Inglaterra, ni Francia, ni siquiera en los EEUU. Maske es un fenómeno excepcional, increíble pero solo intra y ultra alemán.

 

Ya estamos en 1996, una multitud enorme asiste a la pelea que a su vez es retransmitida por las cadenas RTL, MIERE y SAT 1. Luego de 30 combates ganados, 11 campeonatos del mundo sucesivos, Henry Maske se inclina por primera vez frente a Virgil Hill. Luego de que se anunciase la victoria del rival, Henry sorprende a todo el mundo y le pide al anunciador el micrófono. Saluda al público, felicita al nuevo campeón, y ante la sorpresa general anuncia su retiro. Luego silencio. Instantes en el que nadie entiende nada. Alguien del público empieza tibiamente a aplaudir e inicia lo que pronto fue una avalancha de aplausos, una ovación estridente. Su rival, el nuevo campeón, lo saluda y abandona el ring, junto con el se van todos y Henry Maske queda solo en el centro del ring. Levanta sus dos brazos y la ovación se vuelve aun más ensordecedora. Su adiós desgarra tanto al público presente como a los que veían y oían la pelea por tele y por la radio.

30 minutos duro la ovación sin disminuir ni un decibel. 30 minutos en la que la más grande estrella del boxeo alemán queda solo en el centro del ring, llorando inconteniblemente, siempre agradeciendo y levantando los brazos. 30 minutos retransmitidos en directo en donde, increíblemente, la audiencia no disminuyó ni un decimal.

 

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