miércoles, 17 de octubre de 2007

Futbol, politica, etica

Mathias Sindelar era un tipo de esos que en Argentina se lo definiria como “un tipo macanudo”. Mas correctamente se podria decir que era una persona solidaria, o digamos, un buen tipo. Era una buena persona y fue tambien un futbolista de esos que se los llama « diferente », hoy en dia se les dice « genios », y mi abuelo lo definia como un dribbleur loco. Jefe indiscutido del equipo de Wunderteam (por otro lado un equipo maravilloso). Patron no solo en el campo de juego sino tambien fuera de este. Todo el mundo acudian a él fuera de la cancha en busca de consejos (no solo deportivos), o en busca de ayuda. Y acudian a él por una sencilla razon: porque sabian que él los aconsejaba, y los ayudaba en todo lo que podia.
Mathias Sindelar nacio en Viena, en 1903 y crecio en Austria en una epoca dificil, mucho mas para alguien de su religion. A los 15 años descubre por casualidad el futbol (o mejor dicho, es iluminado por el dios del futbol). A partir de ese momento hizo una carrera brillante. Lleva (empuja) a Austria a un 4° puesto en la Copa del Mundo de 1934. En 1933 y 1936 lleva a su pais la Miropa Cup (una suerte de Copa de Europa de Clubes Campiones). Lider absoluto de los equipos que integraba, nadie desoia sus consejos ni sus ordenes dentro del campo de juego.

En 1938 ve sobre el cesped del Parc des Princes en Paris a los Alemanes estirar su brazo en nombre de un pais que acababan de anexar: Austria. Sindelar desespera. Él habia nacido en un barrio pobre de Viena, y sabe que los suyos la estan pasando muy mal. Le comienzan a llegar rumores de amigos y conocidos muertos en campos de consentracion, y su angustia deviene aun mayor. Mathias Sindelar piensa en huir, pero no puede dejar a su madre, una anciana judia, sola. Sabe que lo peor esta por golpear la puerta en cualquier momento. Le llueven pedidos de ayuda, y le siguen llegando noticias de torturas, muertos y deportaciones. Por la noche, bandas asesinan a opositores, judios, gitanos... Mathias Sindelar, un excelente jugador de futbol, esta vez no puede hace nada para ayudar a los suyos, o a quienes vienen en busca de ayuda. Asi comienza a desesperarse mas y mas. Ve los crimenes frente a sus propios ojos y escucha de otras atrocidades.

Desesperado, angustiado y sin poder brindar ayuda a nadie Mathias Sindelar se suicida el 22 de enero de 1939. A miles de kilometros comienza un match en Austria. La noticias llega primero a Viena y luego al estadio. Alguien le avisa al arbitro la nefasta noticia. El hombre siente que pierde la presencia de animo y junta fuerzas para hacer sonar el silvato. A los 15 ‘ de juego (¡y en pleno ataque!) el arbitro hace detener el partido y pide un minuto de silencio. Los jugadores se le acercan reclamando por la interrupcion, algunos a los gritos, el publico se pone furioso y comienza a insultarlo. El arbitro les transmite la notoicia. Al oirlo algunos jugadores se tapan la cara para que no los vean llorar, otros se abrazan, incluso con rivales deportivos, otros lloran tirados en el piso, de cara al cielo. Poco a poco el estadio comienza a callar los insultos y la noticia como una ola silencia a los 50.000 espectadores. Los jugadores del Wienner Sportklub no vuelven jamas al campo de juego y se excusan en la vos de un dirigente quien explica que es imposible jugar en estas condiciones: Mathias Sindelar a muerto!. De los 50.000 hinchas ni uno solo reclama nada, el futbol paso a un segundo plano, quien puede entretenerse viendo un partido en estas condiciones, y todos abandonan silenciosamente el estadio.

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