lunes, 16 de junio de 2008

El Arte del Vino

Imaginemos que estamos en una situación importante, sea esta por la causa que sea. Dicha situación implica cumplir con las reglas básicas de sociabilidad, entre ellas la de tomar vino y compartir una charla. ¿Como se desenvolvería un lector de este blog?.

Bien, sin lugar a dudas si queremos dejar una imagen nuestra del tipo de la de James Bond no alcanza con decir primero nuestro apellido para luego aclarar diciendo nuestro nombre y nuestro apellido, hay que agregarle algo de sofisticación al asunto que uno tiene entre manos, y hay que hacerlo con conocimiento.

Uno toma vino por muchas razones, como la del buen gusto, el buen beber, y el aprecio de la calidad, y casi siempre dentro de cuestiones sociales. De todos modos, sea como sea, siempre es bueno saber reconocer lo bueno e identificar lo mediocre (lo malo se revela solo, no se preocupen) como en todas los ítems de la vida. Así, en el arte del buen beber es importante saber que es lo que uno ingresa en su organismo y no menos importante como lo hace uno.

 

En principio me gustaría comentar una cosita que no es una pequeñez: no es raro que un vino que degustamos una vez y nos pareció regular, o mediocre, degustado nuevamente nos haya parecido bueno, e incluso excelente. Es que la circunstancia hace variar nuestras sensaciones, y al fin y al cabo somos seres humanos, cambiantes y condicionados.

Por ejemplo, imaginen ustedes una velada romántica, la pareja perfecta frente a uno, música suave, aromas de comida exquisita y salsas servidas sobre la mesa, una noche templada y sonrisas cómplices y prometedoras. Justo en ese momento les toca degustar un vino, digamos mediano. ¿Acaso no se elevara la notación del mismo cuando lo degustemos? Yo recuerdo, por ejemplo, una cena con mi mujer a orillas del Bósforo, en un restaurante en la provincia de Rumelia. Atendidos de lo mejor, y plato tras plato (si, me di un buen atracón, tal vez porque estaba cerca del puerto) todo soberbio. Los vinos los recuerdo excelentes, como así también el desfile de los platos que pasaron. ¿Como serian calificados esos mismos sabores en una fonda de Martín Coronado?

 

A mi me gusta hacer comparaciones con las mujeres. Las mujeres que degusten vinos pueden seguirme pero hacer la comparación con hombres (en fin, teniendo una mente mas abierta pueden hacerlo cada uno con lo que se les ocurra).

 

 

Empecemos entonces. Tenemos servido el vino en la copa y ya observamos y olimos el corcho, e hicimos las apreciaciones de color y aroma y pasamos a lo fundamental: el gusto. ¿Como reconocemos la calidad de un buen vino?, ¿cuando es un vino de excelente calidad?: cuando su sabor persiste en la boca luego de haber sido tomado. Aquí entonces mi comparación, es como una mujer que saboreamos (permítanme la expresión) en nuestras vidas, ¿su recuerdo persiste?, ¿la olvidamos rápido?, ¿si no esta siendo degustada es como si no estaría presente? Si el sabor de un vino no perdura un tiempo en la boca no es de buena calidad, si lo recordamos después de que ya haya pasado por nuestras papilas, es de buena calidad, así como recordamos u olvidamos a aquella pareja.

 

Comenzando, entonces, con el tratado de vinos para los lectores de este exclusivo blog inicio una serie de consejos prácticos que espero sean bien aprovechados y utilizados para hacer una demostración de lo sofisticado y conocedores de « l'art de savoir vivre » que poseen.

Para finalizar con esta primera entrega les digo que para juzgar un vino (para juzgar digamos) hay que saber relativizar y para dar la opinión hay que saber comparar lo comparable. No esta bien en una velada con la misma señorita que cite antes, la mujer mas linda y elegante con las que ustedes soñaron, ver el color, sentir el bouquet del vino, y luego de probarlo mirarla a los ojos y decirle "este vino pega mas que la Chancha Rinaldi".

 

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