viernes, 21 de agosto de 2009

Sobre Amadeus, sobre Mozart y otros etceteras.

II

Hay otra observación interesantísima en el film: ¿Cómo puede ser que algunos artistas, con muchísimo esfuerzo, sudor, ruegos al Señor y sacrificios varios solo obtengan piezas que son una décima parte de bellas de otras cuyo autor parece hacerlas casi sin esfuerzo alguno?

 

Vemos en el film a Salieri componiendo con trabajo, y agradeciendo a Dios cuando finalizaba, mientras que su rival simplemente improvisando lo depasaba tan largamente que era imposible no ver en ello una humillación (¿de la parte de Dios mediante su instrumento?, ¿Dios que nos da todo, también nos da la humillación?).

 

Fuera del film, hay que decir que esto no coincide con el Mozart real, porque es cierto que Mozart, desde el punto de vista técnico, era competente desde su más tierna infancia[1], pero habría que aclarar que, a diferencia de lo que muestra la historia de la película, Wolfgang tomaba la composición como algo serio y que si bien dominaba las características del movimiento de aquellos años, no se limitaba a escribir correctamente en el estilo de su época: corregía, borroneaba, buscaba, tiraba y volvía a escribir.

Esta mención que se hace en el film sobre como escribía me recuerda a muchos escritores que han dicho en su momento que cierta poesía, o cierta historia fue producto de un rapto de inspiración. Pero mas tarde, luego de su muerte, se descubrieron muchísimos borradores, e incluso en algunos se descubrió años de trabajo. En términos de arte, parece que para algunos es más elogiable el rapto de inspiración que el trabajo sistemático, arduo, a veces frustrante, a veces deprimente, pero que al fin obtiene su preciosa gema.

 

Supongamos que Mozart podía crear una buena obra "rápidamente", ¿que importancia real tendría esto en el resultado estético? Cuando uno aprecia una obra de arte jamás se pregunta ¿Cuánto habrá tardado el autor en realizar la obra? Bueno, yo me lo he preguntado al ver la obra de Jackson Pollock, sobre todo al ver que por una obra de él se ha pagado la modesta suma de ciento cuarenta millones de dólares (JACKSON POLLOCK: "Number 5, 1948″, 1948) y teniendo en cuenta que dándole a un crío algunas pinturas o cliqueando en http://www.jacksonpollock.org/ (si cliquean en el link, jueguen un rato con el Mouse cliqueando para cambiar de color) uno obtiene resultados parecidos… de menor calidad pero bastante mas baratos.

 

Mozart corregía, tachaba, tiraba, se frustraba, y se extasiaba con el resultado. Era un genio, pero nada le era regalado. ¿Porque tendríamos que admirar mas su música si la hacia sin el mas mínimo esfuerzo? Cuando uno escucha a Mozart sale del tiempo, escapa a todo lo que lo rodea y vive en un mundo atemporal, donde todo es música, fondo y figura, sin importar la velocidad a la que lo hizo.

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[1] En agosto de 2009 la  Agencia Efe de Viena nos cuenta que la Fundación Internacional Mozarteum presentó en Salzburgo dos breves obras de un libro de partituras que posee desde 1864, un movimiento para concierto y un preludio, tras descubrir que fueron compuestas por el entonces niño prodigio Mozart. 
Tras concienzudos estudios, los expertos han llegado a la conclusión, «con una probabilidad que raya la seguridad», según comentaron ayer, de que fueron creadas por el niño prodigio que por aquel entonces era Wolfgang.
   Se trata de un movimiento de concierto para piano, de 75 compases y cinco minutos de duración, y de un preludio de un minuto, cuyas partituras las pasó su padre a mano al papel, pero «el estilo de las composiciones no corresponde a la autoría de Leopold», explicó Ulrich Leisinger, investigador de la fundación. Los científicos están seguros de que el pequeño Mozart creó estas piezas y las tocó en el piano para su padre, quien luego escribió las notas y las corrigió. Según Leisinger, Leopold nunca hubiese compuesto obras para piano tan difíciles, que eran poco corrientes en esos años y exigen un enorme virtuosismo, como cruzar las manos por encima del teclado.  Wolfgang tenía entonces entre 7 y 8 años, y en estas tempranas obras se ve cómo «un músico joven es capaz de desfogarse para mostrar lo que es capaz de hacer. Además, el movimiento contiene auténticos fallos técnicos de composición y errores que nunca le hubieran pasado al experimentado Leopold», explicó Leisinger.
   Se sabía ya que Wolfgang Mozart empezó a componer a los 5 años, pero «no se conocía una partitura tan compleja de él a tan temprana edad, con apenas 7 u 8 años», destacó Ulrich Leisinger, ya que su primer concierto para piano (K175) data de 1773, cuando tenía 17.

 

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