sábado, 14 de agosto de 2010

Falsos, pero buenos (parte I)

Ceslaw Bojarski fue un artista, pero un artista dedicado a utilizar su don en la falsificación. Durante doce años falsifico billetes de banco (dinero, ¡va!) aquí en Francia en un sótano de su casa en los suburbios de Paris, con tanto talento, billetes tan bien hechos que aun hoy cuando se muestra en el museo (donde saque esta historia) se dice "un Bojaski" como se dice "un Cézanne".

No fue descubierto por sus billetes, que insisto eran perfectas replicas de los originales, sino porque las autoridades comenzaron a sospechar que era un agente extranjero, al ser él un refugiado polaco, no tener trabajo y tener un tren de vida muy bueno.

 

Estos billetes fueron considerados "obras de arte" y es propuesto como tesoros en remates que se hacen de los mismos. Estos billetes eran tan buenos que si por azar alguno era descubierto como falso por cualquier razón, el Banco de Francia los cambiaba por unos buenos (el Banco de Francia aceptaba cualquiera podía haber sido engañado en su buena fe).

 

Ceslaw Bojarski era un hombre tranquilo, un artista, querido y respetado por sus vecinos, casado y buen padre de dos hijos. Hablaba poco y trataba siempre de pasar desapercibido, ser lo mas discreto que podía. A los ojos de todo el mundo: un ciudadano honorable. Tal vez por eso nadie entendió porque la policía entro a su domicilio en los inicios de 1964.

 

El caso es que en enero de 1951 el Banco de Francia señalo mediante un comunicado interno que en la región de los suburbios de Paris había un tráfico de billetes falsos de 1000 francos: de calidad irreprochable. Solo eran reconocidos por los expertos por un ínfimo detalle detectado mirando el billete de muy cerca (mismo detalle que luego se encuentra en los billetes de 5000 francos y que en 1958 aparecen en distintos puntos del país y en 1964 en los nuevos francos "Bonaparte".

 

El error lo cometieron "amigos" de Bojarski y no él mismo. El caso es que un sospechoso polaco había comprado Bonos de Tesoro y pagó con fajos de billetes "Bojarski". Habitualmente, cuando los bancos reciben un billete que ellos detectan como falso lo aíslan y punto, pero si reciben un fajo de dinero todos falsos comienzan una investigación dando parte a la policía. Mas aun si esos billetes provenían de la compra de Bonos del Tesoro, en donde queda registrado quien los compro.  Así se siguió la cadena hasta llegar años después al artista en jefe, al creador de la obra.

 

No obstante, se entro a la casa porque se sospechaba de él como de un espía. Cuando la policía lo esposo y toda la familia estaba consternada por la irrupción, no consiguió encontrar nada raro. Ante las protestas indignadas de Bojarski el inspector comienza a dudar. Los policías sigue sin encontrar nada pese a haber dado vuelta por completo la casa entera. Los policías comienzan a irse y uno de ellos, en el desorden general o por bronca, tira al suelo una bebida que cae sobre el piso de linoleum (si quieren ver que tipo de piso es este busquen en Google imágenes, pero es un tipo de suelo impermeable). El caso es que el líquido desaparece inmediatamente por completo y aparece el otro "liquido". El resto se lo pueden imaginar.

 

Como "salto" todo. Bojarski recorría el país en tren nocturno y durante el día compraba distintas cosas aquí y allí. Todo iba de maravillas hasta que s ele presento un buen negocio, un compatriota polaco le ofrece una buena suma de dinero por un lote completo de sus billetes falsos. Bojarrski acepta dándole una serie de recomendaciones, la más importante es no comprar jamás Bonos del Tesoro en La Post con sus billetes. El resto ya lo saben.

 

Durante el juicio que s ele hace un antiguo alumno del Institut Polytechnique cuenta doctamente con una enorme admiración a los policías la increíble paciencia, las noches de insomnio, las reglas estrictas a seguir, los procedimientos artesanales de una ingeniosidad que lo dejaban atónito. Este artista, dice, fabrico él solo, 300 millones de francos en doce años. Los jueces le dan 20 años de prisión y se produce el hecho único en la historia de Francia en que el Banco de Francia acepta rembolsar a los portadores de los billetes Bojarski, que es también una forma de homenajear al talento de este falsificador diciendo "los billetes Bojarski son tan buenos que no podemos establecer diferencia entre el falso y el original".

 

 

 

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