Mientras me comía mi müslix con yogur, surfeando la web, me topé con este extraño ejemplo de que no todo está dicho.
Este cánido que el afortunado humano que lo alimenta ha dado en llamar “Tillman”, posee habilidades que rayan lo increíble.
No podía creer lo que mi pantalla me ofrecía. El bulldog, quizás merced a un pacto con Satán (en este caso quizás tuvo que concurrir al Cerbero, pero eso poco importa, el domicilio legal de ambos es el Averno), se desliza con su patinete por las calles de California. Ustedes pensarán que alguien lo monta en el skate y lo empujan, y a la voz de ahura! alguien registra su acción; un efecto especial berreta que cualquiera podría emular. No no… El perro se sube solo a la tabla, PATEA e inclina su rechoncha economía para lograr estabilidad y esquivar a los asombrados transeúntes.
Qué perro maravilloso. Y aquí viene lo cruel, seguramente todos nosotros poseemos perros que a lo sumo traen la pelotita o se sientan al decir SIT, lo que habla no solo de servilismo si no de poco sentimiento nacional. Luego de ver a este pseudocan, ya que nadie dudará que tiene poderes sobrenaturales, tengo ganas de arrojarle a mi perro, en vez de pelotita, una granada de fragmentación.
Yo sé que es fea la envidia, yo sé que no es bueno odiar, pero ver andar en skate a Tillman me hizo pensar en que hay perros que pierden su vida haciendo huevadas, cuando podrían esforzarse, pelear por llegar a la cima del skate mundial.
Gracias Tillman por alegrarme la mañana, y hacerme querer ser mejor.
www.gotillman.com
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