jueves, 28 de junio de 2007

Dirigible dirigido

Siempre me gusto la idea de volar en dirigible, sin embargo al mero comentario surge siempre la misma respuesta de mi interlocutor, basada en el inconsciente colectivo de las imágenes del Hindeburg incendiandose. Que puntuales que estuvieron aquellas cámaras de cinematógrafo, no?. Casi tan puntuales como las de algún septiembre mas moderno, aunque en aquella época no eran tan habituales.

 

La historia de los dirigibles se desarrolla a partir de los hermanos Montgolfier (Paris, 1783). En 1785 otro francés establece un hito al cruzar por primera vez el Canal de la Mancha en un globo provisto de alas batientes como propulsores, y un timón con forma de cola de ave.

Luego en 1852 fue un ingeniero francés que realizo un viaje de Paris a Trappes el primero en utilizar un dirigible propulsado por una maquina a vapor.En 1872, un arquitecto naval francés, Dupuy de Lome, realizo un gran globo "bastante gobernable" gracias a un gran propulsor, para ser utilizado en la guerra franco-prusiana, aunque estuvo listo cuando esta ya había finalizado.A mi me gusta mucho la idea de Charles Richel quien en 1878 hizo una demostración pública de vuelo con un dirigible rígido unipersonal impulsado a mano, e incluso logró construir y vender cinco unidades (yo hubiese sido de los compradores!).

 

Pero hay que hablar de "la gran tragedia" de 1937, la del Hindeburg que marco para siempre la idea que tiene todo el mundo de los dirigibles. Seré breve, primero hay que ubicarse en el contexto histórico, por todos conocido. Segundo, los intereses políticos enfrentados. Tercero la competencia de los aviones (tecnología en la que fallaban menos los norteamericanos) contra los dirigibles (tecnología en la que acertaban mas los alemanes), luego hay cuestiones como que Estados Uni­dos no exportaba helio que es un gas no inflamable), y algunas otras, como la soberbia alemana de la época de no reconocer que pudo haber habido sabotaje (jamas en la perfecta maquinaria alemana de la época!). Al fin, el incendio filmado y relatado por radio en vivo que evaporó la confianza en los dirigibles del gran publico y marcó el triunfo final de los aeroplanos. Como mínimo imprescindible, se puede decir que se mantienen muchas controversias sobre las causas del accidente.

 

Por supuesto que hubo otros accidentes de dirigibles, pero ninguno había conseguido impactar a la opinión publica de forma tan tajante como este. Y también es de hacer notar que en esta "terrible tragedia" solo murieron 36 personas, lo que es trágico, pero no significativo si tenemos en cuenta tragedias como las del Titanic donde murieron unas 1500 personas, o el naufragio del Lusitania, con cerca de 1200 muertos, el naufragio del Wilhelm Gustloff con 9000 muertos, el MS Goya con 6000 muertos, por citar algunos.
Es entonces interesante de observar que  si bien hubo desastres mucho peores en tierra, mar y aire, en épocas anteriores, en la misma época y en tiempos posteriores, ninguno llevo a una interrupción de producción tan abrupta de las industrias que los originaron.  Podríamos pensar que el origen del de­sastre no estuviera en los aparatos voladores, sino en la misma industria, con una tecnología que se apoyaba demasiado en la política. Incluso hoy, si uno habla de dirigibles lo asocian a uno a la Alemania nazi.
 
Poco se habla de los vuelos que realizaban. Por ejemplo que ya en 1919 el R-34 realizaba el doble cruce completo del Atlántico. En 1919, si

 

Mismo que no quiero ponerme a hablar de la historia de los dirigibles, me es imprescindible hablar del Graf Zeppelin. Impulsado con un combustible que ahora se llama ecológico, el gas, el Graf Zeppelin, voló mas de dos millones de kilómetros, incluyendo la primer circunvalación del planeta, sin un sólo accidente.

 

En los dirigibles, se viajaba con la comodidad de los mejores hoteles de la época. Tenían restaurantes con vistas únicas, piano bar, camarotes, vuelos silenciosos y el regalo, generalmente, del capitán del dirigible que al llegar a una ciudad, hacia un sobre vuelo de la misma durante algunos minutos a baja altura. Informes de viajeros de aquellos vuelos cuentan como se saludaban desde el dirigible a las ventanas de los edificios. Dicen que en la época, no caía muy bien cuando el Graf Zeppelin paseaba su svastica por Nueva York, pero todos salían a la ventana a admirarlo.

 

La expansión de la flota de dirigibles y el crecimiento, a veces excesivo, de la confianza de los diseñadores, alcanzó gradualmente los límites del sistema con la tecnología de la época, y el éxito inicial dio paso a una serie de accidentes.

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