En un universo infinítamente variado, donde no hay una piedra que sea igual a otra y donde hay miles de seres vivientes de distintas formas que se arrastran, nadan, corren, o vuelan, en ese mismo universo, el jazz tiene sus infinitas versiones.
Incluso de un mismo tema, cada interprete lo hace a su modo. De esta forma uno debe verse obligado a ser mas especifico y hablar de la versión de tal o cual y no simplemente de un tema.
Porque por ejemplo, no parece ni siquiera el mismo tema la versión de "Bei mir bist du schon" de The Andrews Sisters que nos recuerda a la época de la Segunda Guerra en Norteamérica, que el mismo tema versionado por Robin Mckelle, que parece comenzar como un tango y continuar como si fuera salsa. Sin embargo ambas versiones son excelentes.
De uno de mis temas favoritos, Take Five, he encontrado ya 18 versiones distintas y de altísima calidad. Pero hay, por supuesto, versiones espantosas e inaguantables, como en todo en la vida!. Y hay otras que son, incluso, cómicas sin querer serlo.
No hay tema "blindado" contra el mal gusto y lo que es peor aun, existen expertos en destruir cualquier blindaje posible. Individuos que podríamos definir como "perpetradores de crímenes musicales". Como dice un amigo: es gente que mas que ejecutar un tema en publico, merecen una ejecución publica.
Pero hay veces en donde se da el caso que dos versiones opuestas en criterio son excelentes. Allí esta la calma, tranquila, versión de "It's Oh So Quiet" de Lisa Ekdahl, y la absolutamente fascinante versión de Lucy Woodward del mismo tema, quien para mi encuentra los momentos justos y hace la versión perfecta (sin desmerecer, con esto, a tantas otras versiones).
Así, en este universo tan variado, uno puede encontrar muchísimas versiones, algunas que se arrastran, otras que caminan y otras que vuelan, planeando alto, altísimo, y eternamente, porque consiguieron la única gloria posible: ejecutar al menos una vez la obra perfecta.
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