sábado, 26 de julio de 2008

Tres hechos musicales (que son verdad aunque usted no los crea)

Caso 1

Imagino que todos han visto alguna vez la parodia de soprano, ese grotesco que muchos se divierten en caricaturizar proponiéndolo como el arquetipo de soprano. Me refiero a la gorda toda emperifollada, que canta con tonos hiper-agudos, sin coloración, fuera de tempo, y que se cree que es la mejor cantante del mundo mientras que los otros piensan que es la más ridícula del mundo.

Yo, que adoro a las sopranos, comenzando por la mas alejada a esta imagen, como lo es mi venerada eternamente Sarah Brightman, pasando por Maria Callas, Cecilia Bartoli, Natalie Dessay, Anna Netrebko… en fin! muchísimas profesionales de la música que nada tienen que ver con esta imagen. Decía, yo que adoro a las sopranos y jamás entendí el por qué de esta imagen.

En una búsqueda del origen de este absurdo elaboré diversas teorías: que la gente que no aprecia este tipo de arte había creado esta imagen para desacreditar algo tan sublime; que algún personaje de algún libro, comic o BD, había trascendido las páginas y había quedado en el imaginario colectivo… Así, luego de una pequeña investigación di con lo que creo es el origen de esto: Florence Foster Jenkins, la peor cantante de toda la historia.

Florence Foster Jenkins era una norteamericana que nació a mediados del 1800. Pese a que su vocación era la música su padre, riquísimo, viejo, pero no por viejo sordo, se opone a esto. Discute con su padre y se aleja de la casa familiar casada con un millonario. Este al escucharla una sola vez fue de la misma opinión que su progenitor e incluso le pidió a sus amigos (los de él) que lo ayudaran a persuadirla de dejar la idea loca de cantar.

En 1909 Florence hereda la fortuna paterna y para ella es un mensaje del destino: ella será por fin la cantante que siempre soñó ser. Lamentablemente Florence tenía tanto una ausencia total de lucidez como capacidad vocal y musical, lo que propone un cocktail desopilante.

Florence inicia entonces su carrera de cantante de ópera visitando por primera vez el estudio de grabación de Melotone, donde graba solo un aria para ensayar. Escuchando la grabación decide que no se puede realizar ninguna mejora posible y que ese ensayo será la versión definitiva. No obstante, a la mañana siguiente llama a la directora del estudio para hacerla parte de su inquietud concerniente a una nota sobre el fin del aria. La directora del estudio, con una extrema sinceridad y sobretodo pensando en la millonaria cifra que pagaba su clienta, le responde "Mi querida señora Jenkins, no hay ninguna razón de hacerse problemas por una nota en particular".

Florence se lanza a la carrera de soprano. Con una talla corporal generosaza, decide hacerse ella misma el diseño de las ropas de escenario Pero no era su "tamaño" escénico lo que jugaba en contra, no tenía ningún sentido del ritmo, carecía de la menor técnica, poseía una voz chillona… pero esto no la amedrento en su vocación: pago algunas clases de canto y lista para comenzar.

Con su dinero alquila el Ritz-Carlton de New York e imaginen ustedes cuando sale a escena, vestida con ropa que no podríamos denominar kitch sino kitchísima (que ella misma diseñaba, repito, en strass, con alas, o flores en el pelo). Imaginen cuando empieza a vociferar (no me permito utilizar el verbo cantar) las grandes arias de su repertorio. Obviamente carcajadas a granel. Ella decía que los que reían en el público eran rivales celosas, incompetentes.

No contenta con llenar teatros de falsas notas, de patinadas peligrosas, de aullidos, de cuac de patos, ella va fortaleciendo ese estilo personal e intentando alcanzar el pináculo de la gloria máxima, convencida de su genio musical, prepara un traje con alas, aureolas, trenzas de flores velos multicolores para su "ángel de la inspiración" y ella comienza a intercalar entre Mozart y Vivaldi composiciones de su propia inspiración.

Pero algo raro pasa: Florance comienza a devenir un verdadero fenómeno. La gente comienza a ir a sus escasos conciertos atraídos como por un fenómeno de feria. Comienza a haber fans que ella recibe en su suite del hotel Ritz, y comienza a elegir con cuidado sus invitaciones. Y así da un promedio de un concierto por año. Y cada vez que había alguien que estallaba en risa (y eran muchos) ella perdía el tempo (que nunca había tenido) y erraba a la mayor parte de las notas.

En 1943 un ligero accidente de taxi le hace aullar de miedo. ¿Algún trauma? No, al contrario, gracias a eso ella descubre con felicidad que puede llegar a un "fa" todavía mas alto que antes. Luego de este "perfeccionamiento" fatal, el año siguiente vendría la apoteosis.

Florence graba tres discos (devenidos hoy en día discos de culto absoluto) y en ellos nueve arias que pasan a la historia. Su fama monta aceleradamente y toda la gente quiere verla. Sus amigos (¡hummm!) la convencen de alquilar nada más y nada menos que el Carnegie Hall. Hacia tanto tiempo que la leyenda Florence Foster Jenkins no se presentaba en escena que fue una locura. La gente se agolpo a comprar su entrada, las que se agotaron casi inmediatamente semanas antes de la presentación de la diva. Los revendedores que compraron la entrada a los 2 dólares que salía, la estaban vendiendo a 20 dólares y aun así se las sacaban de las manos. La ventanilla de las entradas llegó a rechazar a dos mil personas que pedían su entrada al recital. Para colmo sale publicada la opinión de un crítico que dice que el próximo concierto tendría que tener lugar en el Madison Square Garden.

Y fue allí en el Carnegie Hall donde la cantante que no sabia dar con la nota, no tenia idea del tempo, del ritmo, ni la medida, de la tonalidad ni de sostener el aliento, ni siquiera cantar todo de corrido y a todo eso sumado, además una voz chillona hasta lo increíble, hace el milagro de tener su momento de gloria máximo como soprano.

Un mes después de este memorable recital la Diva muere a los 76 años, convencida de que el mundo perdía uno de los más suaves ruiseñores que haya habido.

Creo oportuno y necesario rendir un pequeño homenaje al estoico Cosme McMoon (un seudónimo, claro, como siempre usaron quienes la acompañaron) a quien la vida le deparó el destino de pianista acompañante de la Diva, y el pobre siempre corrió detrás de la "soprano" intentando (mal o bien) tener la ruta.

Una cosa mas, mientras escribía, mi mujer comenzó a leer el articulo y me observo que esta desgraciada mujer era tan exageradamente narcisista que llegaba al punto de perder la posibilidad de verse a ella misma un poco de lejos, y que fue frustrada desde el fondo de su alma por nada menos que su padre. Y eso es realmente duro. Desgarrada por los consejos de su marido (y los amigos de su marido) que le aconsejaban de dejar todo lo relativo al canto, no se volcó al alcohol, ni se suicido, ni se deprimió.

Hay que reconocer el valor de esa "fuga inexorable hacia adelante" que emprendió. Lo fácil era tirarse para atrás. Mi mujer continuo diciéndome, no causa gracia este testimonio patético de un ser catastrófico. Alguien que no podía terminar en otra cosa que en un sacrificio publico, una suerte de linchamiento de la masa al ridículo. Y no hay que dejar de lado el dato de las dos guerras mundiales que pasaron durante su carrera y de un público ávido cualquier cosa que lo haga divertirse un poco, incluso con la crueldad más abyecta.

Mi mujer muchas veces se embala en sus argumentaciones y tiende a apasionarse (lo que es una forma de exageración), pero la cito igualmente: Lo que estas escribiendo es algo innoble, del mismo orden de voyeurismo que tenia el publico ése que iba a ver a un grotesco. Y el hecho de que la Jenkins estaba persuadida de su genio musical no cambia nada, al contrario, es burlarse de la locura de alguien.

Yo le respondí que, gracias a este articulo, 60 años después de su muerte, se la podía recordar, y que sinceramente sus grabaciones no habían perdido su profundidad (y en voz baja dije: cómica). Aunque, claro bien involuntaria. Le insistí en que escuche La Reina de la Noche, una de las cumbres de La Flauta Mágica de Mozart y de toda la historia de la ópera (quien se atreva, que lo haga!, anda dando vueltas por Internet).

Nos quedamos hablando del tema y yo mas tarde me quede pensando si uno se puede permitir reír sinceramente gracias a verdaderos artistas que saben no tomarse demasiado en serio, después de haber reído dolorosamente a las patéticas gesticulaciones vocales de la "peor cantante de todos los tiempos".

2 comentarios:

Herrr Profesorrrr dijo...

La verdad es que no pude evitar pensar en esta soprano como un desastre inmejorable, aunque la sra de M. Le Prof así no lo piense.

bellatrix333 dijo...

Me parece que lo que distingue a los seres humanos unos de otros es una personalidad original y auténtica...en ese sentido Florence ha permanecido en el imaginario popular -para bien o para mal- y le agradezco que nos ilustre sobre este hecho anecdótico. A mí en lo personal me sirve para futuras pláticas de café con los amigos, donde echemos por tierra el lenguaje formal o doctrinario conque se discute acerca de la música de concierto, además de que ilustra con claridad la cantidad de matices con los que, como en la música, se compone la realidad y nos libra de la estrechez de querer juzgar todo en bueno o malo, blanco o negro.