lunes, 10 de mayo de 2010

Un anatomista (final)

Steno se apasiono con esta "nueva ciencia" y continuó sus investigaciones. Tenía pensado publicar una ampliación de su libro cuando tal vez se topo con sus viejas notas de búsqueda del alma, o se dio cuenta que había dejado de lado todo un universo, o algo (que no sé qué fue) lo hizo detenerse. ¡Vaya a saber uno!

¿Dónde esta el alma?

Steno cae en una encrucijada mística y como siempre: fue a más, a todo o nada. Y creyó que podía ubicar el alma si accedía a ella por una de sus posibles puertas, la religión. Tras varios años de crisis espiritual abjuró de la fe luterana en la que había sido bautizado y se convirtió al catolicismo. Luego, no solo dejó la geología para abrazar la Fe de la misma forma que había dejado la anatomía para abrazar la geología, sino que abandono toda práctica científica, incluso la mas básica que es el debate, la charla con colegas. Lamentablemente fue esta la época en la que Leibniz (si, el mismo de la pelea con Newton) intento acercarse a Steno muy interesado en esa nueva ciencia de la naturaleza, ya que él creía que se podía explicar todo mediante cálculos. Steno no quiso hablar nada más que de religión, y Leibniz deploro esa decisión de cambiar ciencia por religión y escribió: de ser un gran científico ha pasado a ser un mediocre teólogo.

 

 

 

En 1675 recibió las órdenes sacerdotales y al cabo de dos años fue designado obispo.

Entre rezos y abadías Steno no alcanzaba a encontrar el alma y sube la apuesta, haciendo votos de pobreza y llevando una vida de asceta con la que no consiguió dar con el lugar en donde se encuentra el alma pero si consiguió minar su salud, lo que lo llevo a la muerte en 1686.

 

El Papa Juan Pablo II honro a este hombre beatificándolo y al hacerlo lo convirtió en el único científico beato de la historia.

 

He tenido muy lindas charlas con mi amigo Sam, un brillante ingeniero, doctor en química, doctor en informática, y que si bien ahora abraza otras pasiones como son la psicología y la filosofía, aunque a diferencia de Steno, sin abandonar las anteriores, me decía: en la búsqueda de respuestas todo camino sincero es valido. Y también me agregaba que cuando uno es joven se interesa mucho por las ciencias exactas, pero luego uno torna inevitablemente hacia cuestiones mas ligadas al espíritu, al alma.

A diferencia de Leibniz y otros científicos de la época que trataron duramente a Steno, yo aplaudo su valentía. Y también destaco su capacidad para no dejarse encasillar en un solo rubro.

En este mismo blog les he contado de abogados que crearon enigmas matemáticos que no se pudieron descifrar por siglos, de genios en muchas materias. Porque lo importante no es destacarse en una especialidad, sino aprender a pensar, no perder la curiosidad, el hambre de aprender y de llegar a explicar.

 

 

 

Hasta el día de hoy no se sabe la ubicación exacta del alma. Les aconsejo que la busquen por sus muchas puertas de entrada, o caminos que conducen a ella. La música, la literatura, el amor, la amistad (que es una forma de amor), la risa (que es una forma de felicidad)…. O acaso todo eso sea el alma.

 

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