sábado, 1 de mayo de 2010

Un anatomista (parte 1)

¿Donde esta el alma? ¿Donde se ubica exactamente el alma en el cuerpo?

Esta cuestión atormentaba a los anatomistas de la época, tanto como a religiosos y curiosos de todo tipo. En 1665, en la capital de la ciencia y la religión, en la capital donde residía lo más avanzado de las teorías y de la moda; en Paris, un anatomista que pese a su juventud había logrado convocar a la elite intelectual para escuchar la conferencia que iba a impartir.

Muchos iban movidos por la curiosidad, otros por el hambre de saber y otros porque este joven anatomista de había opuesto al gran Descartes. René Descartes sostenía que el espíritu residía en la glándula pineal, girando y tensando o relajando los nervios motores y controlando el cuerpo como si fuera un titiritero que mueve las cuerdas. Nicolaus Steno (nuestro personaje de hoy) tenía una habilidad especial con el escalpelo, que le permitió descubrir caracteres anatómicos hasta el momento imperceptibles.

Para hacer desaparecer ese ambiente de tensión, de confrontación que había al comenzar la conferencia, Steno comenzó diciendo En lugar de prometerles satisfacer su interés sobre la anatomía del cerebro, les confieso aquí, honesta y francamente, que no sé nada sobre ella. No obstante, en la conferencia iba a analizar las otras posibles moradas del espíritu. En aquella celebre conferencia no logro demostrar gran cosa, aunque tiempo mas tarde, en una disección publica demostró que la glándula pineal era inmóvil y que estaba adherida a tejidos periféricos, por lo tanto Descartes se equivocaba. Descartes (y su ego) lo negaron en privado, los seguidores de Descartes se negaron a aceptar la evidencia. Steno contesto que: No reprocho a Descartes por su método, sino precisamente por ignorarlo él mismo.

Llevando a "doble o nada" la discusión con el autor de la frase "cogito ergo sum" Steno afirmo que la ciencia tenía que basarse en la observación de la Naturaleza y no en el razonamiento puro, por muy elegante que este razonamiento fuera. E insinuó algo aun mas peligroso cuando dijo que con lo poco que saben los científicos sobre el cerebro (incluyendo en este grupo a su rival) no s Elodia hacer ningún tipo de especulaciones a cerca de su funcionamiento, y respecto al alma humana, agrego, quizás no sea la ciencia la encargada de responder a la pregunta.

Pero ya sé, que al leer los párrafos anteriores Herr Profesorr se debe estar retorciendo en su sillín de bicicleta (lo prefiere al cómodo y clásico sillón) leyendo estas líneas y gritando "pero porque no empieza por el principio!, porque no explica como llego a ser famoso Nicolaus Steno!" mientras se ahoga en su tos y golpea reiteradamente la mesa.

Ubiquémonos nuevamente en la época: siglo XV. Por aquellos años no se sabía que causaba que los músculos se movieran. La teoría decía que eran globos hinchados por un "espíritu vivificador". Gasta que Steno, con su habilidad con el escalpelo, diseccionó los músculos en detalle y llego a una conclusión opuesta a los científicos de moda en la época: los músculos no eran otra cosa que fibras contráctiles. En la conferencia en donde presento esta teoría hubo escándalo, cuando uno de los viejos y reputados científicos se levanto y lo increpó diciéndole "¿y ahora con que nos va a salir? ¿Va también a afirmar que el corazón no es un caldero de sangre hirviente? ¿Qué el corazón no es la morada del espíritu?" A lo que Steno respondió "pues no, el corazón no es mas que un músculo, muy importante, pero solo un músculo". Lo que levanto una polvareda de discusiones, griteríos, empujones y avivo el "escándalo Steno. Por estos tiempos, entre discusiones y trabajos científicos, Steno realizó uno de los más importantes descubrimientos, la existencia de los óvulos femeninos.

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