domingo, 4 de julio de 2010

Apocalipsis 12:7

Vaya a saber uno porque hoy el padre Alan eligió hablar del Apocalipsis 12:7. Empiezo a sospechar que este cura no tiene mucha ingenuidad y me envió un tiro por elevación.

Hablo del arcángel Miguel y un combate celestial entre las fuerzas del Bien y las de Satanás. Inmediatamente pensé en un terreno en donde las fuerzas del cielo tendrían los mismos colores que este y los del mal el clásico color negro. Supuestamente el arcángel Miguel tocará la trompeta el día del arrebatamiento. ¿Será la vuvusela?

 

Luego apareció en mi mente el primer plano de Al Pacino diciendo "¿Alguien puede dudar que el Siglo XX fue enteramente mío?" y me di cuenta que el Diablo puede tomar cuerpo en muchas formas. No hubo duda, los de negro eran el Maléfico, o algo habían pactado con el mismo, porque sino como se explica ese gol saliendo del vestuario, casi antes que empiece el primer tiempo.

 

El Mundial es un caos, un cambalache de morales, ideas, sentimientos, lógicas, sistemas de juegos… ¿Alguien puede dudar que el Mundial 2010 esta siendo enteramente mío? pregunta el Diablo, desafiante, escondido en ciertas victorias irreales, y yo de ninguna forma puedo afirmar lo contrario. El último partido dio clara muestra que todo el mal que pesa sobre nosotros es culpa del diablo pero se intenta hacernos creer que el diablo es una fuerza humana que nace dentro de cada individuo y obviamente no es así, aunque algunos lo llevan a flor de piel. ¿Cuántos, sean futbolistas o no, venderían su alma por la gloria? El Diablo ofrece el Mundial en sus manos al mejor postor, sonriendo con esa sonrisa diabólica, mostrando el trofeo tan deseado, seduciendo.

 

El futbol de hoy en día nos propone un discurso de oposiciones en esta Copa del Mudo. ¿Cómo puede ser que el lado equivocado triunfe? ¿Que nos digan en plena cara "mira pero no toques, toca pero no pruebes, prueba pero no tragues"? Y para peor, los defensores del Cielo que cometen los vicios más comunes en la última batalla (que no es la última, porque habrá más) contra los malos vestidos de negro.

 

 

El padre Alan, con esa amabilidad parroquial que tienen algunos, se me acerca y me pregunta como ando. Yo lo miro y le respondo que no muy bien, porque no logro entender como puede ser que el mal gane, que ganen los bárbaros, a nosotros, a los que llevamos los colores del cielo en el corazón. Lo miro y le digo "le aseguro que fe me sobra, pero ¿alcanza nada más que con ello?" El padre Alan sonríe despacio y me dice que tenga confianza, que al final el bien siempre triunfa.

 

La idea me reconforta, lo que me molesta es tener que esperar cuatro años mas!

1 comentario:

hERRRRR PROFESORRR dijo...

seremos el bien?