domingo, 18 de octubre de 2009

El rigor científico, la minuciosidad de las mediciones, los pequeños cambios en los resultados experimentales y la validez de una u otra teoría (o de ninguna de ellas) tercera parte

III

Se sentó y miró la ecuación. De pronto un olor lo hizo recordar sus años de estudiante, ese olor tan característico del azufre. Cerró los ojos para concentrarse y recordar mejor. Cuando los abrió ya estaba allí, flotando a unos centímetros sobre la mesa. Era una especie de hipogrifo del tamaño de un perro mediano. Pasaron unos silenciosos instantes hasta que el hipogrifo abrió la boca y dijo "estoy aquíííí" pero, al parecer, el tono era muy alto para su gusto, así que mientras se arreglaba la garganta carraspeando creo una nube gris y densa alrededor de él, se arreglo nuevamente la garganta y dos octavas mas abajo recomenzó, "supongo que usted sabrá, o tendrá recursos para imaginar con certeza, quien soy y por qué estoy aquí".

Sam lo contemplo en silencio y se llevo una mano al mentón. Frunció el seño y luego soltó una carcajada. "Esto es mucho mejor que el absenta", dijo riéndose. Y va en crescendo, anoche creí ver una curva moverse (¿o fue antenoche?) Ayer a la mañana dos ecuaciones cambiaron de lugar. Y hoy lo mejor.

El hipogrifo tosió dos veces tapándose la boca y con aparente mala gana, mirando los objetos del laboratorio mientras le hablaba, dijo "de acuerdo con el protocolo, estoy obligado a decirle lo siguiente:

Uno, no obro de motus propio, sino que en todo respondo a una autoridad mayor, una entidad que me llevaría demasiado tiempo explicar, y que incluso así usted no comprendería.

Dos, estoy aquí porque usted me convoco…"

Sam lo interrumpe y le dice "si ya sé, mi alma por todo lo que falta para terminar mi tesis doctoral". "Como alucinación usted no es mas original que toda la mitología cursi y banal de cientos de libros y películas".

El hipogrifo dejo de flotar y se apoyo sobre el libro de Química Orgánica de Morrison y Boyd y lanzó otra vez una rápida nube que lo cubrió apenas mientras se transformaba en una garuda. Luego con solemne parcimonia, impostando la voz dijo "vuestra alma, oh! pobre mortal, ya me pertenece (o casi), estoy aquí solo porque el protocolo que estaba en tren de deciros me obliga a explicaros las condiciones". Mientras Sam lo miraba en silencio, la (ahora) garuda continuo diciendo.

"Decía que:

Dos, estoy aquí porque usted me convocó, y al hacerlo ha empeñado su alma, aunque aun no la ha perdido, solo empeñado. De todos modos me quedare con la misma… a menos que usted me venza.

Tres, a cambio de su alma, usted podría tener su tesis, si eso le place, pero no su alma. No puedo otorgarle las dos cosas".

Sam interrumpe nuevamente y le pregunta "y en que terreno se supone que debemos competir para que yo lo venza".

"¡O no!", se apura a aclarar la garuda. "Le adelanto que son demasiado escasos los mortales que me han vencido…. Tan escasos que en los últimos 5760 años (dependiendo claro de que calendario tengamos en cuenta) solo dos personas me han vencido. Y eso por cierta distracción de mi parte."

"Pero siendo usted un científico considero que lo mejor será batirnos en las lides intelectuales". "Escoja usted, entonces las armas: o bien me hace tres preguntas, a las que yo responderé sin falla. O bien déme tres órdenes que yo cumpliré sin falla. O bien una pregunta y dos ordenes o cualquier variación entre estas que no depase la trilogía".

De fallar yo solo en una, aunque solo sea de forma parcial, usted gana, sino (lo que es lo mas probable) tomare su alma y me iré."

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