sábado, 4 de junio de 2011

Un Paraiso personal

¿Cuál es, para usted, el Paraíso? A esta pregunta, aparentemente trivial, la gente tiende a responder con cierta nostalgia: se habla de los días de la infancia, la "edad de la inocencia" de algún verano en particular, de la libertad, de vivir sin responsabilidades, pero en general hablan de algo que, en la mayoría de los casos, esta perdido para siempre.

Sin embargo, durante toda la vida, nos reservamos el deseo de redescubrir el ideal de Paraíso, algo que los más afortunados han sabido encontrar, por muy breve que haya sido el momento, en esos estados de felicidad completa.

 

Por supuesto la idea del Paraíso también tiene connotaciones religiosas y filosóficas: ¿quién le va bien en la tierra puede aspirar a un lugar paradisiaco en el espacio y para Platón, el paraíso estaba vinculado a la idea de Justicia (en profundidad, esta es una idea de un belleza única). Dicho sea al pasar, para Platón la sociedad ideal estaría regida por la "aristocracia", una palabra griega que significa "gobierno de los mejores."

Hoy en día, el Paraíso ya no es lo que era. En la sociedad occidental contemporánea todo parece estar a disposición de (casi) todos, dependiendo de la escala de las expectativas de cada uno (y, por supuesto, de su cuenta bancaria). Quiero decir que para algunos, el paraíso tiene connotaciones materiales: algunos días en una suite de "firma" como el del Hotel Crillon en París, o el Danieli en Venecia con una tarjeta de crédito infinita en la mano, un coche de alta gama con conductor, una comida con amigos en La Tour D'Argent, paseos en una playa desierta y con cocoteros, un mar de aguas cálidas, una isla privada. Para otros, unos días a solas con la persona de la que está enamorada(o), algunas horas de lectura junto a la chimenea, la música, (¡la música!), el arte que lleva a los seres más humanos a percibir lo divino. Para aquellos que sienten que el espíritu es más importante, un "refugio" en un monasterio en el Monte Athos, un período de meditación en un "ashram". La lista puede llenar más y más páginas.

De hecho, desde el siglo XVIII, la Ilustración y la secularización progresiva de la sociedad, pocos son los que desean alcanzar el Paraíso (una palabra de origen persa) más allá de la muerte. ¿Quieres el cielo aquí en la Tierra, y lo quieren rápido: ¡ya! Por una abrumadora mayoría, debe ser el cielo para todos, jóvenes y viejos, buenos y malos, ricos y pobres, hombres y mujeres. El Paraíso ya no es un club privado donde sólo acceden los puros de corazón, los humildes, los desprotegidos, los caritativos.

Posiblemente los financistas (tan pragmáticos ellos) encontraron ya el Paraíso en la Tierra: un paraíso fiscal.

 

Para las mujeres, la idea del paraíso fue, durante milenios, una carga y una fuente de orgullo. Por un lado, la creencia de que la degustación de la fruta prohibida, había contribuido a la eliminación de la felicidad. Quisiera observarles que la fruta prohibida no era el sexo, sino, digamos, el hecho de la adhesión a la actitud de curiosidad por las cosas, el cuestionamiento y el deseo de conocimiento, y también (implícitamente incluido) el valor para optar por tomar riesgos (que es lo que hace a los seres humanos evolucionar, si funciona en conjunción con la inteligencia).

La religión consiguió imprimir en nuestros mapas emocionales y afectivos la nostalgia por el paraíso perdido. Para compensar, los filósofos y visionarios imaginaron lugares donde la vida humana tiene la "calidad" que habían perdido por el pecado original. Así han aparecido y reaparecido utopías en la literatura, la política y la filosofía con cierta regularidad. Creo necesario reiterar que en la tradición de las diversas religiones, el Paraíso (como se describe en Génesis 2) es un lugar que está siempre libre de pecado, de dolor, de privaciones y de muerte, lo que equivale a la felicidad perfecta. Ya en la antigüedad, el poeta Hesíodo, ocho siglos antes de Cristo habló de la "Edad de Oro", el mismo Milton que esperaban para regresar y que se traduciría en un tiempo como perfección y bien. En cuanto a Sir Philip Sidney, en el poema "Old Arcadia" (1580), refiriéndose a un lugar divino situado en la campiña británica en la que el hombre y la naturaleza coexisten en perfecta armonía. Otros incluyen un paraíso en la tierra, lugar escondido en las montañas del Tíbet (Shangai) la imaginada por el escritor James Hilton (1933) o como la vista de Cristóbal Colón cuando desembarcó en las playas del Nuevo Mundo, convencido de haber encontrado el Jardín del Edén. La "Isla del Amor" del gran Luis de Camoes, el célebre Canto IX de "Lusíadas" muestra el placer del poeta en la descripción de un lugar donde los marineros valientes y cansados de Vasco da Gama encontraron una naturaleza prístina bella y los placeres erótico. Con Dante, el Paraíso se presenta en la Divina Comedia, cuando Beatriz lleva al poeta a través de las nueve esferas del Cielo, en ese poema profundamente religioso, alegórico y metafísico. Pero no todas las visiones del paraíso son tan puras. Por ejemplo Baudelaire pertenecía a la Hashischins Club, que contaba entre sus miembros al célebre Dr. Jacques-Joseph Moreau (miembro fundador), el pintor Delacroix, escritores como Théophile Gautier, Gérard de Nerval, Flaubert, Balzac y Alexandre Dumas. Club cuyos miembros se dedicaban a probar una buena cantidad de drogas. Baudelaire describió su experiencia de consumo de opio y hachís en "Paraísos artificiales". Y también podemos leer los pasos de Thomas de Quincey, conocido por sus "Confesiones de un consumidor de opio" (1822).

Al final, una cosa es cierta: aunque no se sabe muy bien lo que es el Cielo, lo que es claro es que todos, consciente o inconscientemente, queremos ir allí (o al menos  permanecer por un tiempo). En un rincón más o menos remoto de nuestro cerebro mantener la idea de que el paraíso está y no se nos escapó entre los dedos.

 

Y para usted, amable lector, donde esta el paraíso, ¿que es? ¿la obsesión por la velocidad, la búsqueda incesante del placer y la satisfacción de nuestros deseos, un ideal de amor, paz, equilibrio, bienestar?.

 

Sea lo que sea, Espero que no lo busquen en cada esquina que cruzan a diario, pero si en todos los afectos de sus vidas, y que una vez conquistado no sean interrumpidas las epifanías, tan fugaces como relámpagos.

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