domingo, 29 de abril de 2012

pequeña reflexion mientras tomo un café de sobremesa

 Hay una regla de convivencia que nos enseñan desde chico y es "no has al prójimo lo que no quieres que te hagan". Es una sentencia que parecería tender al bien común, pero pensemos un poco. Esta regla no contradice otra que podría decir "has a tu prójimo lo que quieras que te hagan a ti" o "trata a tu prójimo como quieras que te traten a ti". No solo no la contradice, sino que parecería ir en el mismo sentido filosófico.


Por otro lado, sabemos que todos somos distintos y únicos, aunque hay parecidos que nos hacen agruparnos con ciertos rótulos: los futboleros, los intelectuales, los artistas… Cada uno con su metier, con su pasión y sobre todo con sus gustos. Porque este es el punto, los gustos. Cada uno tiene sus gustos, por ejemplo el placer de escuchar ópera, que puede no ser el mismo del vecino que adora escuchar heavy metal. O con la vecinita de enfrente que posiblemente no esté de acuerdo en que le hagamos algo que para nosotros sería un bien claro como el agua.


La pregunta es entonces, ¿y si el prójimo no tiene los mismos gustos y placeres que nosotros que hacemos? Porque los hay sádicos y todo tipo de etcéteras en el grupo que conforma la humanidad…

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