lunes, 14 de mayo de 2007

Camino a Waterloo, Rusia

El triunfo no está en vencer siempre,

sino en nunca desanimarse.
Napoleón

 

La guerra en estos tiempos era muy distinta a la que conocemos hoy. Por ejemplo, a mi no deja de asombrarme que en la batalla de Austerlitz Napoleón hizo colocar a los tambores en el centro, quienes tocaron tan entusiasmados y tan fuerte que en lo mas intenso del combate muchos de ellos rompieron los parches de los mismos. O sea, en aquellos tiempos había "música" en los campos de batalla.

Otro elemento de guerra muy importante eran los caballos. En aquella época el caballo del general era muy importante y los nombres de esos caballos pasaban a la historia. Es que en una época, los caballos eran mucho mas importantes de lo que son ahora, recuerdo que estando en La Patagónia, en un pueblo llamado Trevelin, pregunte por la atracción turística del lugar y me respondieron que era la tumba del caballo "malacara", caballo de un colono que había realizado la hazaña de saltar un barranco de 4 metros, salvando a su jinete de una muerte segura. Tal vez no muchos se den cuenta de este hecho increíble, ya que hoy en día, con tantas guerras del espaciales y motos que van a 300 km/h parece una cosa nimia, pero presten atención a medir cuatro metros e imaginen lo que fue ese salto.

Volviendo a la guerra de 1800, el caballo del jefe supremo debía ser "el mejor", sin embargo Napoleón era un jinete mediocre, y siempre utilizo caballos tordos (los de temperamento mas dócil). No obstante, las caídas del emperador fueron frecuentes y muchas están documentadas.

Bien, Napoleón se aventura en Rusia y toma Moscu, pero llega el frió y los rusos no les dejan hacer cuarteles de invierno, razón por la cual, pese a haber tomado Moscu, los franceses no tienen nada. Así, de los 650.000 soldados que entraron a Rusia solo vuelven 100.000. El invierno, las enfermedades y el hostigamiento de las tropas rusas es una sola arma.

Pero incluso en la retirada hay acciones heroicas. El mariscal Ney cubre con su regimiento la retirada del resto. Es el único que pone "cara al enemigo" y lo enfrenta. Dicen que en un momento de esta retirada en que eran atacados por los rusos ordeno a su regimiento girar y atacar al enemigo. Enfermos, hambrientos y semi-congelados, no todos obedecieron y el mariscal Ney entre insultos extremadamente groseros y vivas a su emperador arremetió él y su pequeño estado mayor a los cozacos. Esa fue la ultima vez que lo vieron. Le llegaron las noticias a Napoleón, quien se sintió orgulloso de ese mariscal. Incluso prepararon los oficios fúnebres con honores al desaparecido y valiente mariscal... cuando apareció Ney montado aun, sucio, herido y hambriento.

El mariscal Ney fue el ultimo soldado de la Grand Armée en abandonar el suelo ruso.

De esta catástrofe se desencadena con toda su fuerza la oposición a Napoleón y un tiempo después es desterrado a la isla de Elba. Allí parte con unos 600 soldados especialmente escogidos por él, como parte de su guardia personal. 600 o 700 soldados de su máxima confianza, fieles al máximo y veteranos de muchas batallas.

 

 

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