jueves, 3 de mayo de 2007

Quincuagésimo movimiento

Estábamos con el tablero de ajedrez de por medio, sin embargo hacia largo rato que no mirábamos las piezas ni pensábamos en jugada alguna. La distancia al juego y el acercamiento a la discusión comienzo cuando se me ocurrió decirle, "con mi alfil como su caballo". Él me dijo, "pero que suerte tiene usted, se parece a Sir Omar McGuhg !". Levante la vista, mientras depositaba a un costado su caballo negro y le dije, "se equivoca usted en sus sentencias, como se he equivocado en sus jugadas, en este juego la suerte no tiene cabida".

 

Siempre me gusto estar al aire libre, si el clima lo permite. El contacto con la naturaleza es un regalo que uno no debería despreciar. El ajedrez me permite que me retire un buen tiempo de la idea de horas y minutos y estar al aire libre hace que no me sienta encerrado en ese studio cuadrado de cuatro muros que solo limitan un espacio que no les pertenece.

 

"Además, Sir Omar McGuhg (que Dios lo tenga en su Santa Gloria) era jugador de naipes, incluso alguien lo tildo de tahúr", le agregue. En ese momento, una nube gris que oculto el sol le ensombreció la cara a mi rival y me asusto verlo con esa expresión dura cuando me dijo "se esta equivocando en serio ahora, Sir Omar McGuhg no solo es uno de mis mas queridos amigos, a quien defenderé en todo momento, sino que dios no lo va a tener jamas en su gloria (sea esta santa o no) ya que dios no existe".   La claridad volvió a ganarle a las nubes justo en el momento en el que yo le respondí, "mi muy señor mio, no veo porque esta intentando llevar una derrota en el tablero a una derrota mas humillante con ese discurso".

 

Yo sabia que lo que él intentaba era distraerme de la partida, no obstante no podía dejar esa discusión, como si una fuerza mayor me poseyera por sobre mi lógica. "Dios existe", le replique con vehemencia, " y la prueba esta en que aquí estamos usted y yo". Sobre el fin de mis palabras una nueva sombra avanzo sobre nosotros y el tablero.

"Su insistencia es noble", me replico, "pero su argumentación débil", finalizo.

"¿Débil?", exclame levantando, tal vez, demasiado la voz. "Acaso me va a negar que estemos aquí usted y yo?", lo inquiri con ímpetu.

 

Bajo la voz, y a media voz, dijo "usted y yo, tal vez.... estar, no lo creo". Luego me miro y me dijo "mire a nuestro alrededor y emprenderá que llevamos mas de 650 años discutiendo". Fue allí que empecé a percibir mi entorno, blanco, sin fin, sin suelo, sin cielo, sin frió. Me levante, pero aunque estaba en el mismo lugar y a la misma altura, ahora estaba con mi cuerpo estirado. Asustado lo mire y le dije, "no entiendo, es que acaso estamos muertos".

A lo que él me respondió, "tal vez si, tal vez no, ¿que es estar muerto?". Y sin pausa, sonrió y me dijo "ha caído usted en la trampa, mi alfil negro come a su rey blanco : [ ash-]shah mat! ".

 

 

1 comentario:

imv429 dijo...

je buen relato, me resulto bastante entretenido, no tendras mas de este tipo escondidos por ahi???