viernes, 11 de mayo de 2007

Mi extrema y piadosa humildad

Algunos de mis colegas, que descubren o saben por casualidad su ciencia, a veces (nunca las suficientes) rinden homenaje a mi abnegada labor científica. Todo el mundo sabe que yo me entretengo con pasión a las ciencias verdaderas, como la lectura de la mente y fenómenos similares. No soy como Herr Profesorr de quien puedo confirmar que jamas tuvo un concepto claro de la naturaleza de los principios básicos de sus estrafalarias teorías, cualesquiera que sean estas, que las sustentan. Ante mis preguntas en el ultimo congreso (donde fue desafortunadamente interrumpido por un fotógrafo) fue evidente que no pudo responder, ya que no tenia respuesta a mi sagacidad.

 

Yo no soy un investigador con la oreja pegada al ojo de la cerradura del laboratorio ajeno, eso es una vulgaridad que dejo a quienes se dedican a robar los secretos de otros invenstigadores, y que mi prudencia y código moral me impiden nombrar.   Sin embargo, mi fiel ayudante Igor, en una tarea de inteligencia, me ha reportado la información que Herr Profesorr en la intimidad de su laboratorio secreto, se dedica a experimentos que satisfacen mas sus perversas desviaciones con los animales que los intereses de la ciencia. Yo juzgo que esos experimentos tienen tan poca importancia para mí, como para la ciencia toda. Y que no representan ningún beneficio para la Humanidad, sino solo la satisfacción de un cierto apetito.

 

Hoy nadie, absolutamente nadie, tiene alguna duda de que las aplicaciones practicas de las teorías experimentales de Herr Profesorr en cuestión son bastante simples, y que a diferencia de muchas de mis teorías superlativas, las de Herr Profesorr de ninguna manera trascienden nuestros poderes de comprensión (me atrevo a decir, con mi conocida audacia, que ni siquiera superan los de un escolar); pero por mi parte prefiero ser humilde y no andar vanagloriandome de todo esto, porque soy de naturaleza singularmente romántica y obtengo más satisfacciones del misterio y de la humildad, que del saber. Se que es corriente que se diga de mí, cuando paso por los pasillos de alguna importante institución, que mis grandeza no tiene parangón, incluso se que elogian tanto mi ciencia, como la increíble pulcritud de mis guardapolvos (jamas una lapicera a ensuciado el bolsillo superior pequeño, ni he usado esos abominables "cubre bolsillos"). Se, también, por dichos de mi fiel ayudante, que la gente adora mis ojos (tal es su ensoñadora belleza), que envidian mi cuerpo esbelto y poderosos músculos. Se muy bien que yo parecería haber sido hechos más para ser mirado que para trabajar como científico... pero me debo a la humanidad por el camino del esclarecimiento científico.

 

Alguna vez Herr Profesorr me ha acusado de desdeñar las leyes de la naturaleza y la estructura material de las cosas. Todo esto, por irrelevante y egoísta que parezca, está relacionado con la explicación de la escasa luz que él es capaz de arrojar sobre muchos temas que tanto han ocupado mi atención y por el que existe una viva y general curiosidad en el mundo científico. Sin duda otra persona, con mis poderes y oportunidades, exigiría una reparación en el campo del honor a Herr Profesorr, pero mi humildad me impide vatirlo en duelo. Yo prefiero simplemente tomarlo como una sombra en el mundo de las publicaciones científicas..

1 comentario:

Monsieur le Professeur dijo...

En la cuarta linea donde dice "entretengo" debe decir "entrego"