domingo, 6 de noviembre de 2011

Una historia Suiza

La historia de Jehan l'éclope (Jean escrito en francés antiguo) es una de las historias antiguas de Suiza, de esas que se cuentan en los fogones, por las noches. Cuando estuve en Gruyères tuve posibilidad de hacer el camino de Jehan, el de la leyenda Suiza.
La leyenda cuenta que la condesa de Gruyère no podía tener hijos (políticamente incorrecto el día de hoy, la historia decía que ni siquiera una niña podía tener). La condesa iba a rezar a la Iglesia y a tanta capilla veía por allí, aunque la más cercana es la que estaba bajo su propio castillo, bajando por el hoy en día camino de Jehan l'éclope.


Un día cercano a Navidad la condesa Margarita de Gruyere estaba rezando y llorando su amargura por no tener hijos en la Iglesia bajando por el camino del castillo. Hay ciertos momentos que en general son festivos para todo el mundo y que en algunos ese mismo momento de alegría general les dispara por algo que no tienen y de lo que todo el mundo goza (o casi todos). Eso le pasaba a la condesa en ese momento y así estaba compenetrándose más y más en el rezo sumergiéndose en su tristeza más y más. En este estado, no se percato de la entrada del vagabundo cuando éste entra a la Iglesia. El tipo se emociona con la mujer llorando y dado que eran días navideños él piensa que la dama era una pobre indigente que no tenía ni siquiera para comer, así que se acerca a la dama y dándole la mitad de su pan y la mitad de su queso gruyere le dice "ten, esto te reconfortara".

 

La condesa le estaba rezando a Saint Jean, y "la aparición" de este vagabundo es tomada por ella como una señal del santo de que sus rezos fueron escuchados y siente que en las palabras del vagabundo esta la promesa de que todo va a salir como ella lo desea. Así, ella recibe el pan y el queso.

 

Ese año fue excelente y la cosecha magnifica, como pocas veces. Y no solo eso, ese año la condesa tiene un bebe hermoso, sano, fuerte. Así, la condesa organiza una fiesta a la que invita a Jehan (nombre con el que también bautiza a su bebe). Y desde ese día, Jehan l'éclope no tuvo más que mendigar un mendrugo de pan o pasar días sin comer, tenia a diario su mesa servida en el chateau.

No hay comentarios: